José Álvarez Junco regresó ayer a Zamora, ciudad donde transcurrió su juventud, para presentar su último libro "Dioses útiles" en un acto presentado por Carmen Seisdedos.

-Habla de nacionalismos y nación en una manera bastante aséptica.

-He intentado hacer un tratamiento distanciado, "objetivo" complicado en Ciencias Sociales, pero intento ver el caso español, tras haber explicado los casos de otros países.

-España ¿es eterna?

-No, ninguna identidad colectiva es eterna. El cristianismo tampoco lo es porque antes del siglo I no existía.

-¿ Y hacia dónde va la identidad de España?

-No lo sabemos. El futuro es poco predecible. Puede disgregarse a la yugoslava; puede convertirse en una serie de naciones-estado independientes, lo que espero que no porque puede ser una solución con grandes conflictos, incluso armados, o bien puede irse disolviendo en una identidad superior ibérica o europea. Me gustaría que fuéramos hacia esta segunda vía.

-La existencia de la Unión Europea hace que hayamos dado algunos pasos en esta última línea.

-El proceso es lento. La Unión Europea ha quitado una serie de prerrogativas a los estados que no pueden hacer ya ni sus propios presupuestos, aunque queda residuos de la soberanía. Europa por el camino de los nacionalismos y de las rivalidades se hundió. Europa hace solo cien años que era la zona más rica del mundo, la más poblada y la más culta. Se metió en el camino de los nacionalismos y tuvo dos guerras mundiales y ahora está en tercera división, tras Estados Unidos y Asia. Lo más prometedor que tiene Europa es esa superación del estado nación gracias a la Unión Europea. Ojalá que sea un camino a ofrecer a otras zonas de mundo, como por ejemplo América Latina donde vendría muy bien una unión que fuera superando las absurdas rivalidades nacionales.

-Aboga por una identidad superior, España forma parte de la UE desde 1986 y sin embargo todavía no nos sentimos europeos.

-El nivel económico es el más avanzado. Hemos logrado una unión económica bastante avanzada gracias a la moneda común y a la desaparición de las fronteras. Políticamente no hemos dado el paso hacia una Europa federal, todavía son los estados los detentadores de la soberanía y luego desde el punto de vista cultural y emocional la gente no se siente europea. No existe una serie de mitos con los que te identifiques, la gente sigue sintiéndose muy de su nación o incluso de identidades más pequeñas como puede suceder en el caso del País Vasco o Cataluña que tienen fuerza emocional pero no futuro político. ¿Qué hacemos creamos un estado nacional independiente catalán, otro vasco, otro corso y otro bretón...? ¿Las actuales 27 unidades de Europa, que ya son demasiadas, las convertimos en 300? Ese panorama sería completamente ingobernable.

-¿Las comunidades autónomas tienen cabida?

-Sí, no creo que volvamos a retornar a un estado más centralizado. Habrá distintos niveles de toma de decisiones, desde Bruselas hasta los ayuntamientos.

-¿Las diputaciones deben de existir?

-No lo sé. No me atrevo a pronunciarme pero están ahí. Habrá distintos niveles geográficos y habrá identidades colectivas que podremos reclamar derechos en muchos terrenos. El poder tendrá que respetar no podrá meterse en terrenos como la creencia religiosa ni la conducta sexual.

-La democracia española ¿es de baja calidad?

-Depende de con qué la comparemos. En relación con Estados Unidos o Inglaterra es de baja calidad porque allí la democracia se construyó desde abajo y a quienes controlan más son a los poderes locales. Con respecto a Europa, con respecto a la del Este, quedamos bien, pero con respecto a Francia o los países escandinavos, la referencia para todos, estamos por debajo entre otras cosas porque en España hay una tradición de clientelismo que allí ha sido erradicada.

-Con la irrupción de nuevos partidos como Podemos y la creación de Unidos Podemos, ¿cesará?

-¡Quién sabe! Todo el mundo tenderá porque es una herencia cultural muy difícil de superar pero es más complicado cuando unos partidos están en competencia con otros. El PSOE de Felipe González era lógico que tendiera al clientelismo porque estaba en buena relación o no lograban un contracto público. En la siguiente etapa del PP pasó lo mismo. Son dos etapas muy largas en las que un mismo partido dominaba el gobierno central, las comunidades y muchos ayuntamientos. Ahora los políticos escuchan ahora a los ciudadanos por las elecciones pero luego intentar burlarse de ellos.

-Las nuevas elecciones del 26 de junio para usted suponen...

-La disolución de las Cortes ha supuesto el fin del bipartidismo. Nos tenemos que acostumbrar a un mundo de fácilmente cuatro partidos estables y el parlamento será el centro de la vida política, no el gobierno como hasta ahora. La democracia española hasta ahora era muy sencillita ahora elegimos un parlamento y nuestros representantes tienen que negociar, lo cual enriquece la vida política. Es la situación europea normal.

-¿Conlleva la maduración de nuestra democracia?

-Podría ser, es evidente pero es una nueva generación de políticos que tienen que aprender a hacer una cosa que hasta ahora nunca había hecho. Negociar. La nueva guardia y la vieja tienen que aprender a negociar. La gente de Podemos, que conozco porque salieron de mi universidad, no son precisamente unos negociadores más bien más bien unos leninistas, que tienen que aprender también.