San Isidro no es, este año, otra rogativa más para pedir la casi siempre benefactora agua de mayo, entre otras cosas porque lo que hace falta es que deje de llover, y si una fecha para reivindicar precios agrarios justos, que eviten las situaciones de baja rentabilidad, en algunos casos al borde de la ruina, una mejora de los caminos rurales en el amplio término muncipal capitalino y arreglar los desaguisados que la estallada burbuna inmobiliaria ha tenido en los impuestos que deben abonar las tierras.

Todos esos asuntos formaron parte de los discursos de la fiesta de San Isidro, celebrada por la Junta Agropecuaria Local que preside Rubén Carretero, con la habitual comida de hermandad, este año no demasiado concurrida, con la presencia del alcalde de Zamora, Francisco Guarido, su concejal de Urbanismo, Romualdo Fernández, el diputado de Agricultura, José María Nieto y el presidente de la Cámara Agraria Provincial, Miguel Blanco.

Según los datos de la Junta Agropecuaria son 90 los agricultores de la capital, aunque el último censo de las elecciones a Cámaras Agrarias saltaba ampliamente de los 200, lo que convierte a Zamora, tras Toro, en la segunda población más agrícola de la provincia.

Y el problema fundamental es la bajada de los precios. Andrés Martín Calzada, uno de los agricultores, cultivador de 190 hectáreas lo exponía claramente. Cada vez son más los costes de producción, tanto el alza de la energía eléctrica del regadío, como el gasoil, los herbicidas "y ahora también los insecticidas". Porque de un tiempo a esta parte, "no sé de dónde han venido" a los trigos les entran enfermedades como la septoria, la troya amarilla y otras. Por otro lado, los precios de venta: un kilo de maíz o de trigo que hace tres o cuatro años llegó a valer casi 50 pesetas el kilo (unos treinta céntimos), hoy cotiza a 16 o 17 (poco más de la mitad).

Además el exceso de lluvia está perjudicando sobre todo la plantación del maíz, ya que no se puede acceder a las tierras. "Si parase de llover todavía estamos a tiempo", señalaba, no obstante, Martín Calzada. Miguel Blanco añadía la situación, mucho más grave, por la que atraviesan otros sectores, afectados ya por el cierre de explotaciones, como el vacuno de leche, con precios por los suelos que se han extendido también a la leche de ovino o el porcino, donde algunas de las explotaciones se han convertido en integradoras. Blanco culpó de muchas de estos efectos "que llegan a la puerta de nuestras casas" a "decisiones que se toman desde muy lejos", como ocurrirá con el Tratado de libre comercio Unión Europea-Estados Unidos.