"Se me iluminaron los ojos cuando supe que había becas en el extranjero para ciclos formativos. A mí me encanta viajar y conocer mundo y siempre quise hacer una cosa de esas, así que ya sabía que iba a intentar con todas mis fuerzas ir de erasmus". Adrián Picón Ruiz disfruta estas semanas de una de las becas de las prácticas de empresa para completar su formación del ciclo superior de Producción de Proyectos Audiovisuales y Espectáculos que estudia en el instituto La Vaguada de la capital.

La ciudad italiana de Catania ha sido el destino elegido para esta beca, donde estará hasta principios de junio. "Me han concedido 1.200 euros para doce semanas y la verdad es que, comparándolo con los erasmus que se conceden en la universidad, está bastante bien, aunque dé para poco más que el alquiler del piso y el vuelo", calcula. Reconoce que su primera impresión del lugar no fue muy halagüeña. "La primera persona con la que hablé fue con un policía y le pregunté acerca de la mafia. Me contestó que había disparos todos los días pero que como yo estaba en el centro no iba a haber problemas. A día de hoy, no he escuchado ninguno", reconoce. Sobre los italianos, subraya que "la mayoría de la gente es muy hospitalaria y generosa. Siempre te andan invitando a cenar o si vas a comprar al mercado te regalan algo porque sí. Son pequeños gestos que dicen mucho de ellos", agradece.

La única pega que pone es que la empresa en la que está trabajando tiene más que ver con el marketing que con sus estudios. "Toca levemente lo que he estudiado porque tiene un estudio fotográfico pero por ahora no tienen ningún proyecto para poder realizar los vídeos así que lo que más hago es retocar alguna foto", explica. Aun así, está aprovechando al máximo la experiencia. Todas las mañanas coge la bicicleta que le ha prestado su nuevo jefe para ir a trabajar, "así hago algo de ejercicio, porque sobrevivo a base de filetes y pasta", bromea, y después queda con sus nuevos amigos en la Piazza Teatro, lugar habitual de reunión para los erasmus. "Es increíble la cantidad de españoles que estamos. Por desgracia, tendemos a juntarnos y a hacer piña, algo que a los italianos no les gusta y es normal, porque hemos venido aquí también para aprender italiano y acabamos hablando en español. Es algo que deberíamos cambiar", reconoce.

El idioma le está costando pero sigue en la brecha. "Lo primero que hice fue descargarme una app para aprender las cosas básicas de italiano. Poco a poco voy aprendiendo más palabras. Me dicen que es fácil porque se parece al español, pero no es así, los verbos se conjugan de manera muy distinta y además aquí también se habla el siciliano, que es un idioma totalmente diferente. No vas a tener problema de comunicarte aquí, pero más gracias a ellos, que entienden algo de español, que por mí", señala.

Su piso es una pequeña torre de Babel, ya que sus compañeros son dos italianos y con uno de ellos habla también en inglés. "Mi habitación está bastante bien, muy amplia y tengo todo lo necesario para sobrevivir en la casa, pero falta un microondas, que para mí es muy necesario. Normalmente en estos pisos no hay salón, así que la gente come en su habitación, lo que me resulta muy raro, tanto por el lugar como por lo pronto que lo hacen", apunta.

La hospitalidad de la gente es lo que más destaca de Catania "y que no sea un lugar muy explotado turísticamente. Es cierto que en la Piazza Duomo te encuentras con muchas excursiones y el Etna atrae a mucha gente, pero no es como Roma o Milán, que parecen hechas para el turismo. Aquí simplemente con dar un paseo puedes ver el estilo de vida de los ciudadanos", relata. Además, se queda con la gastronomía local sin dudarlo. "Tienen muy buena comida y son grandes cocineros, lástima que no se me pegue nada de eso", bromea.

En definitiva, el joven zamorano, de 22 años, está viviendo una experiencia que recomienda a todos los estudiantes. "Yo siempre animo a todo el que me pregunta a salir fuera, conocer mundo, otras gentes, otras culturas. Hay que aprovechar ahora que se puede, que no tengan miedo de separarse de su familia, novios y amigos porque, menos lo segundo, eso estará ahí siempre donde vayan. Es mejor arrepentirse de haber hecho algo que de no haberlo intentado, porque se acordarán toda su vida de esta experiencia", sentencia.