Un relato zamorano, "Menudo descuido", con el reciclaje y el medio ambiente como protagonistas, está dentro de la colección de cuentos "Érase una vez un mundo mejor", realizado con los diez ganadores de la quinta edición del concurso "Los profes cuentan", puesto en marcha por Ecoembes. Su autor, Francisco Javier García Ferrero, profesor de Nuestra Señora del Rocío, valora la experiencia vivida el pasado fin de semana en la entrega de premios en Madrid y reconoce que sus alumnos de sexto de Primaria han sido participantes activos de todo el proceso creativo.

-¿Cómo surge su participación en este concurso?

-El objetivo general de este curso en los colegios del Amor de Dios es el de la ayuda a los necesitados, que se podía plantear desde diferentes aspectos, tanto a los demás como al medio ambiente. Cuando vimos las bases de concurso, vimos que estaba muy relacionado con el tema y nos pareció una idea muy bien enlazada con nuestro objetivo. Y qué mejor idea que, aparte de hacerlo como profesor para dar ejemplo, involucrar a los alumnos. Ellos también aportaron sus ideas y enviaron sus propios cuentos. Y entre 365 colegios, nuestro relato fue uno de los diez elegidos para incluirse en el libro.

-¿Qué argumento tiene "Menudo descuido", su cuento?

-Está inspirado en una experiencia personal. Mi padre tiene una casa en Sanabria y hace pocos años, por una negligencia, hubo un incendio en la zona. La causa fue el haberse dejado los cascos de las botellas, que hicieron lupa y lo quemaron todo. Con esa idea inicial se comenzó el cuento, pero con animales como protagonistas, porque era uno de los requisitos del concurso.

-¿Se implican los alumnos en este tipo de iniciativas?

-Por supuesto. Y más todavía si ven al profesor como ejemplo de trabajo. Ellos aportaron sus ideas y hasta una decena de niños enviaron su propio cuento, que no podía superar las 700 palabras.

-¿Qué aprenden los niños con estos concursos que incluyen la participación grupal?

-Sobre todo el tema de valores y respeto. Y también el involucrarse luego en los aspectos que hemos estudiado, como pueda ser el reciclaje. A través del ejemplo que das consigues que los niños adquieran unos hábitos. A veces hay que ir más allá de la enseñanza de las materias como Matemáticas o Lengua e inculcarles hábitos para su día a día. Con actividades divertidas consigues que los niños aprendan mejor y luego haces que ellos se interesen y pregunten por otros temas, más allá de las asignaturas.

-¿Qué supone que su relato esté junto a otras nueve historias en un libro de cuentos que se pone a la venta?

-Es una gran alegría y además te da un gran impulso para continuar. Cuando participamos en el encuentro de Madrid, pudimos poner muchas cosas en común. Además, es importante que la venta del libro se destine a un proyecto tan importante como es el que desarrolla la ONG Aldeas Infantiles. Solo por cinco euros, que es lo cuesta el libro, puedes aportar tu granito de arena a ayudar a tantas personas que lo están pasando realmente mal.

-¿Con qué momento se queda de todo este recorrido que le ha supuesto este reconocimiento?

-Sobre todo con el entusiasmo que han puesto mis alumnos desde el primer momento, cuando les lancé esta iniciativa. Se involucraron hasta en el periodo de votaciones que hubo tras saber que éramos uno de los diez elegidos por el jurado del concurso. Cuando ves que las ideas que propones y los valores que defiendes calan en el alumnado, producen una satisfacción mayor que el saber que han aprendido los conceptos de cualquier asignatura.

-¿Los cuentos se pueden aprovechar como herramienta de educación entre las nuevas generaciones?

-Yo creo que sí, sobre todo en estas edades, de once y doce años, que cursan sexto de Primaria. Cuando idean cuentos expresan cosas que ellos ven o han sentido o están viviendo, porque todavía no saben mentir. Es la mejor manera de llegar a ellos, pero siempre con cosas que conozcan y que les parezcan importantes.

-¿Son receptivos a los relatos, en este mundo donde las nuevas tecnologías son las que dominan?

-Sobre eso puedo contar mi caso particular. A mí, personalmente, me encanta la lectura y es algo que a mis alumnos se la inculco cada día. Cuando suben alborotados del recreo, tenemos diez minutos de lectura con un libro cada trimestre. Siempre me piden leer un poco más para terminar el capítulo. Y luego eso lo repiten en casa y buscan tiempo para leer.