Zamora pierde a "un gran coleccionista de obras de arte", al impulsor del "museo de la memoria" de la provincia o, simplemente, a un mecenas capital para talentos zamoranos como el pintor José María Mezquita. La grandilocuencia con la que hablan quienes conocieron a Raúl Prieto Cirac, que falleció la noche del miércoles, contrasta con su discreta proyección pública, precisamente por la discreción en la que caminó el propietario del comercio centenario La Rosa de Oro. Prieto Cirac fue muchas cosas. Entre las de mayor mérito, promotor de la restauración de edificios como La Casa de los Gigantes, coleccionista de obras de arte y objetos de todo tipo, padrino de artistas en ciernes o garante de tesoros en riesgo de extinción, como la colección fotográfica de "El Heraldo de Zamora", que felizmente custodia en la actualidad la Filmoteca de Castilla y León.

De todo, sin duda, Raúl Prieto Cirac fue y es "el de La Rosa de Oro", negocio de vanguardia impulsado sus abuelos, Francisco Prieto y Margarita Lozano, en 1882, cuando la economía de la ciudad despertaba al calor de la emergente burguesía. El negocio sería finalmente heredado por Julio Prieto y Gloria Cirac, los padres de quienes Raúl y su hermano Julio César recogieron el testigo en los años sesenta. En 1995, el fallecido Raúl sometió el elegante edificio de la plaza Sagasta a una importante reforma para encarar un futuro incierto, que se llevaría por el camino almacenes de la categoría de García Casado y otros establecimientos autóctonos, asediados por la nueva ola de las franquicias.

El interés por la arquitectura y la recuperación de edificios nobles llevó a Prieto Cirac a embargarse en la intervención de inmuebles como La Casa de los Gigantes. La construcción, original del siglo XVII como panera del Obispado para los elementos de la fiesta del Corpus se transformaría en fortaleza una centuria más tarde. El arquitecto Paco Somoza cumplió el mandato de Raúl de transformar aquel espacio en un vanguardista local hostelero que no olvidaba su esencia. Finalmente, el Ayuntamiento optaría por situar entre sus muros parte de colección de Baltasar Lobo, cuyo museo se ha mantenido allí hasta la actualidad. A finales de los noventa, la familia Prieto Cirac había adquirido el edificio del antiguo Café París en la plaza del Maestro Haedo con el fin de contagiar la ilusión por una nueva zona comercial en el centro de la ciudad a otros promotores, un proyecto que no llegó a cristalizar.

De la sensibilidad hacia el arte y el mundo de los creadores habla, por justicia, el pintor zamorano José María Mezquita, quien juzga que Zamora "ha perdido una de las personas más valiosas". "Nos conocemos desde que estudiábamos en el colegio de los Escolapios de Toro. Raúl, por su enorme sensibilidad, entendió mi trabajo como pintor, supo valorarlo y su apoyo ha sido esencial en mi carrera". Mezquita confirma el rumor que convierte a Prieto Cirac en poseedor de mejores pinturas del autor que él mismo. "Poseía muchas, de diferentes temáticas y de todas las técnicas de mi carrera", ratifica. Y no solo arte de Mezquita, también de Félix de la Concha, Baltasar Lobo o del propio Eduardo Chillida.

Fue coleccionista de todo tipo de objetos. Tenía, dice Francisco Somoza, un especial olfato por los objetos a quienes otros no prestarían una simple mirada. Tuvo buenos maestros y se movió en el apasionante mundo de los anticuarios y coleccionistas. De Jerónimo -el pequeño de los Martínez, la familia impulsora del claustro de Palamós- admiró su capacidad para recorrer los pueblos y adquirir las mejores piezas en la parroquias.

Y falta una afición, una pasión, la fotografía. Raúl se hizo con la colección de El Heraldo de Zamora, propiedad de la familia Calamita. Miguel Ángel Quintas, quien heredó de sus padres la amistad con Prieto Cirac, subraya las "importantísimas placas" de un conjunto de imágenes que van desde 1890 a 1940, que ahora figuran en la Filmoteca de Castilla y León. De niño, Quintas compartió con Raúl la pasión por Sanabria y el lago. De mayor, lo consideraba un buen amigo, de los mejores. "Miguel, deja que me lleve estas fotos. Tú no tienes cabeza para guardarlas", rememora Quintas, un tanto emocionado.

"Raúl coleccionó de todo: él tiene el museo de la memoria de Zamora del que a veces se habla". Como Quintas, Somoza o Mezquita son muchos quienes piensan que la ciudad entenderá a Raúl cuando lo descubra.