Nueve de cada diez personas que acude a la Oficina de Asistencia a Víctimas de Delitos son mujeres que han sufrido o sufren violencia de Género, lo que explica que en la actualidad la psicóloga de este servicio gratuito, dependiente del Ministerio de Justicia, realice terapia con un centenar de afectadas. Los casos de maltrato que llegan a esta Oficina, ubicada en la sede de la Audiencia Provincial, se mantienen estables año a año e incluso podría experimentar un repunte de continuar la tónica registrada en el primer trimestre del año, cuando fueron 30 las mujeres que iniciaron una terapia con la psicóloga, Silvia Casaseca-Aliste.

Y es que durante el ejercicio de 2015, fueran 70 las mujeres que se decidieron a pedir ayuda y se pusieron en manos de la profesional. La media de edad de estas víctimas está en torno a los 45 años, aunque también hay jóvenes de entre 18 y 20 años que suponen un 10% del cómputo total, lo que "es preocupante", agrega la responsable de la Oficina, Ángela Carrera.

El tiempo de convivencia de la pareja es de diez años, aunque hay casos en los que la víctima llevaba hasta 50 años compartiendo la vida con su maltratador.

El maltrato psicológico se ha convertido en los últimos tiempos en el más frecuente, "más difícil de demostrar", subraya la psicóloga, frente al físico, presente en la mayoría de denuncias años atrás, siempre acompañado del psicológico. Buena parte de las mujeres que han padeciendo ese maltrato psicológico venían de relaciones largas, en las que "incluso para la víctima es difícil de detectar", puesto que llegan a normalizar actitudes machistas, a creer que esa forma de comportamiento es igual en la convivencia con una pareja.

Aunque se está en el camino de considerar víctimas directas de maltrato a los hijos de hombres procesados y condenados por violencia de género, solo uno de los hombres imputados en Zamora por ese delito tiene una orden de alejamiento decretada por el juez también hacia su vástago menor de edad.

En la actualidad, la psicóloga atiende a varios niños hijos de maltratadores, que precisan del permiso del progenitor para poder disponer de tratamiento, "seguimos teniendo ese contrasentido", destaca Casaseca-Aliste. De modo que, "si el padre se opone, el menor no puede ni acudir a una consulta privada, ni a esta Oficina, que además está obligada a informar al padre" procesado o condenado por violencia de género.

La psicóloga no es partidaria de prohibir que la relación de los maltratadores con sus hijos, "pero sí de valorar específicamente cada caso". Incide, de forma especial, en que los niños "han sido testigos normalmente" de la violencia ejercida contra sus madres "y son víctimas también", aunque no haya habido violencia directa sobre ellos. No hay que olvidar, agrega, que estos progenitores "son personas agresivas, que no tienen control sobre sus impulsos y existe el riesgo de que sea violento con el hijo". Los niños sufren la violencia psicológica cuando sus madres son víctimas de la misma. El vínculo con los hijos "dificulta, muchas veces, el que la madre pueda recuperar su vida" alejada de su agresor porque, aunque haya una orden de alejamiento, hay un menor de edad en común "a través del que el denunciado continúa manipulando y controlando a la mujer".

La duración del tratamiento psicológico depende de cada caso, "cada víctima es diferente, aunque todas tienen síntomas similares, cada una necesita su tiempo" y su recuperación "depende también del apoyo del entorno familiar, laboral y social", apunta Casaseca-Aliste.

Llegan a la Oficina "en un estado emocionalmente muy delicado, con síntomas de depresión y de ansiedad", abatidas por la inseguridad, el miedo y la baja autoestima. Recorrer el camino para recomponerse como personas es una tarea complicada, que a algunas les lleva años.

El servicio psicológico se presta a estas víctimas de maltrato hayan denunciado o no, pueden acudir a la sede de la Oficina y solicitar la atención especializada. En estas dependencias se les asesora si quieren denunciar su caso ante el juez de Violencia de Género e incluso se les acompaña en todo el proceso judicial, hasta que hay sentencia. Del mismo modo, si al concluir la causa no han terminado la terapia, pueden mantener las sesiones con la psicóloga.