Nadie vio su rostro ni dejó huellas que pudieran identificarle como uno uno de los cuatro atracadores, armados con cuchillo, de dos salones de juego en el centro de la capital y en la cafetería de un hotel de las afueras de Zamora en el año 2013, lo que ha obligado al Juzgado de lo Penal a absolverle. La Fiscalía exigía 12 años de prisión para el imputado por tres robos con violencia y las lesiones a los trabajadores.

Los empleados de los tres establecimientos no lograron, ni durante la investigación policial ni en el juicio, precisar si el acusado era uno de los hombres que llevaron a cabo los asaltos. Las pruebas que apuntan al procesado son solo indicios, lo que impide a la magistrada de lo Penal imponer una condena por los atracos, en los que el grupo de delincuentes se hizo con 13.980 euros y que, según la Fiscalía, se había trasladado desde Salamanca para cometer los delitos.

La única persona que identificó al acusado de iniciales R.S.V. (en prisión por otra causa) como uno de los atracadores fue su cuñado, A.R., también imputado en este procedimiento judicial, quien no acudió a la vista oral en la que debía ser juzgado y que se encuentra en paradero desconocido. Otro de los acusados murió en un accidente de tráfico en Salamanca, fue el único del que se halló en el turismo que supuestamente habían usado para cometer los atracos un calcetín que permitió extraer el ADN. Sería el único sobre el que podría haber recaído una condena, aunque el hecho de que los integrantes del grupo actuaran con su caras cubiertas dificultaba la identificación.

El acusado ahora absuelto había estado en una de las salas de recreativos asaltada quince minutos antes de que se cometiera el robo, a la que aseguró haber acudido como un cliente más, no para estudiar el local, como sostiene la Fiscalía.