Mucho antes de la llegada de los modernos sistemas de guía y navegación, antes de la generalización de la brújula en el siglo XV, los antiguos marinos ya surcaban los mares alejados de la costa y rumbo a lo desconocido tratando de alcanzar el anhelo imposible de la línea del horizonte. Los primeros hombres que se atrevieron a partir rumbo a lo incógnito no encontraron su punto de guía delante de sus pies o a unos metros de la proa, sino aguzando la vista y alargándola lejos y arriba hasta encontrarse con la Estrella Polar fija en el eje de rotación de la tierra.

Los datos oficiales del Ministerio de Empleo y Seguridad Social, que el viernes recogía La Opinión-El Correo de Zamora, nos volvían a recordar que Sanabria está entre las comarcas con más paro de España, también la de Sayago se encuentra en los peores puestos de ese ranking y el conjunto de la provincia de Zamora lo mismo. Teniendo en cuenta que, como recogíamos en esta misma columna hace un par de semanas, la parte de nuestra población provincial que se encuentra en edad laboral activa es también de las más bajas por el envejecimiento de nuestra pirámide poblacional y la constante emigración de nuestros jóvenes, el panorama solo puede ser calificado como desolador.

Ante él, la pregunta es si los zamoranos como sociedad y cada uno de nosotros individualmente tenemos derecho a permitirnos mantener la indiferente resignación que se ha convertido en sello característico de nuestro ideario colectivo y que nos dirige, en funesta espiral sin fin, a perder un tercio de la población en los próximos 25 años. A la certeza de que en la mayoría de nuestras familias nuestros hijos harán su vida, inexorablemente, fuera de Zamora.

Una de esas jóvenes, Claudia, zamorana y ya ejemplar, ha obtenido con una beca Europa el reconocimiento a su búsqueda de la excelencia académica y personal -50 elegidos entre 4.500 candidatos- y su incorporación al programa que busca formar a los líderes sociales del mañana. Son los jóvenes la esperanza para esta tierra, pero es a los que ya no lo somos tanto a quienes nos corresponde romper los frenos y las barreras que les impiden tener futuro en ella.

No es tarea cómoda rebelarse contra la eterna siesta que todo lo fía a la acción de la providencia del cielo o del tiempo, ni contará con el entusiasmo de quienes encuentran en la inanidad y el adormecimiento su posición de ventaja y privilegio.

Maqrol, el gaviero de Álvaro Mutis, sabe que solo se vive si se está en movimiento, ya se surquen las aguas en una veloz lancha o en un desvencijado planchón. Leí que en el arte de navegar por la vida lo importante no es cómo soplan los vientos sino cómo se ubican las velas. Eso y no perder de vista nuestra particular Stella Polaris.

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