Cientos de fieles y de cofrades de hermandades y cofradías de toda la diócesis, fundamentalmente de la capital y municipios cercanos, participaron ayer en la celebración de forma conjunta del Jubileo Extraordinario de la Misericordia convocado por el papa Francisco y en su nombre por el obispo de Zamora, Gregorio Martínez.

A las siete en punto de la tarde más de medio centenar de pendones y estandartes poblaban el atrio de la Catedral, mientras que en el exterior aguardaban fieles y muchos hermanos con las medallas de sus respectivas cofradías. Previamente algunas de ellas, como las de Semana Santa de la capital o la Concha había llamado a sus integrantes para acudir todos juntos desde la iglesia de Santa María La Nueva, en el caso de los primeros, y de la parroquia de San Vicente, en el de los segundos, hasta la Catedral. Las campanas de la seo repicaban cuando del interior de primer templo diocesano salieron el obispo acompañado por integrantes del cabildo catedralicio, entonces, la presidenta de la Cofradía de Nuestra Madre de las Angustias de la capital y vicepresidenta de la Junta pro Semana Santa, Isabel García, explicó que la celebración tenía lugar para conseguir la gracia jubilar y el don de la indulgencia con motivo del Año Santo de la Misericordia había que estar libre de pecado, recibir la comunión, rezar el Credo, meditar sobre la Misericordia y orar por las intenciones del Papa y de la Iglesia e instó a "participar con devoción y con verdadero espíritu de fraternidad como es propio de nuestras cofradías". Además, el obispo de Zamora, Gregorio Martínez Sacristán, dirigió una breve oración donde indicó que "Cristo es el único salvador, sin ti nada podemos hacer, donde no estás hay odio y confusión. Eres el fundamento de la paz, la esperanza del mundo, has de ser nuestro modelo y tu pecho abierto es la puerta de la misericordia del Padre".

A continuación, comenzó una pequeña procesión desde atrio al interior del templo, a través de la Puerta de la Misericordia, la principal, encabezada por la Cruz, obispo, sacerdotes y ministros, los estandartes de las cofradías y hermandades presentes y todos los fieles que ante el Cristo de las Injurias, imagen que la diócesis ha escogido como imagen de referencia jubilar, hicieron una reverencia para posteriormente ir hasta el altar y las naves.

Mientras que los fieles se acomodaban en las sillas y bancos situados a lo largo de las naves laterales y el trascoro del templo diocesano, donde había también pantallas de televisión, los hermanos que portaban los estandartes los dejaron en la capilla de San Ildefonso. En su homilía, el obispo agradeció en numerosas ocasiones la participación de las cofradías y hermandades de la diócesis y subrayó que estas agrupaciones "son Iglesia y tienen que vivir para la fe y como hermanos". Resaltó la importancia de "la obra social y la caridad" al tiempo que aludió a que "somos miembros de la Iglesia por el bautismo y estamos encaminados a lograr la vida eterna". Además El obispo les dijo que "está con vosotros y con vuestra obra para bien de la Iglesia".