Los concursos de acreedores están experimentando "un repunte", como refleja el que seis empresas solicitaran la apertura de este procedimiento judicial entre enero y febrero pasados, acuciadas por la mala situación económica, una falta de solvencia más que evidente. El número es especialmente significativo porque equivale prácticamente al registrado a lo largo de 2015, cuando el juez abrió siete concursos.

La mayoría de las empresas ha llegado este año al Juzgado Mercantil "en muy mala situación económica y sin actividad", "sin trabajadores ya" y "sin dinero para pagar" sus deudas, explican fuentes judiciales. Solo uno de estos concursos ha sido necesario, es decir, impulsado por los acreedores de la firma, mientras que el resto ha sido presentado de forma voluntaria por los titulares de los negocios, que han visto prácticamente quebrado, sin posibilidad ninguna de reflotarlo. En la actualidad el Juzgado Mercantil mantiene abiertos 84 procedimientos de este tipo, 30 de ellos relativos al periodo de 2005 (MEZA) y 2011. Los 54 restantes se reparten entre 2012 y el primer trimestre de 2016.

Estas últimas sociedades que están ya en manos de administraciones concursales "son muy pequeñas", con pocos empleados. De hecho, la única firma que tenía un mayor peso económico, del sector de la construcción, es Excavaciones Carbajo Villar, de Benavente, mientras que las de menor entidad son una planta solar, un garaje y una repostería, entre otras.

No obstante, habrá que esperar hasta que avance más el ejercicio de 2016 para confirmar esta evolución que, de continuar en la misma tónica, llevaría a cerrar la anualidad con 36 empresas con el cierre echado. Las deudas que mantienen estas sociedades concursadas en este primer trimestre es de colapso económico total, de hecho "llegan todas, por lo general, sin plantilla". De modo que, la Administración Concursal solo podrá liquidar la sociedad, dada la importante deuda que presentan y la imposibilidad de poder saldarla por ningún medio.

Zamora no es una excepción, esta tendencia al alza en la presentación de concursos de acreedores se está registrando en Salamanca, donde también son las firmas de menor peso entre el empresariado, con menor volumen de trabajadores y de negocio, las que comienzan a quebrar por efecto de la crisis y el parón en la actividad económica, agregan estas fuentes.

La gran recesión económica se ha llevado por delante buena parte del tejido empresarial que existía en la provincia, a empresas de gran calado en el sector de la construcción, como Valsan; del sector vinatero, como Viña Bajoz, adquirida finalmente la sociedad de Félix Solís; o del sector de huertos solares, como Pevafersa, comprada por la empresa Grafen-Bull. Son las dos únicas sociedades que se ha logrado reflotar, sin llegar a pasar a la fase de liquidación, porque fue posible mantener la actividad económica, lo que facilita la venta a terceros.

Por lo que respecta a los convenios que se han acordado con acreedores para renegociar las deudas y evitar el cierre definitivo, el propio magistrado del Juzgado Mercantil, Manuel García Sanz, confirmaba que prácticamente no se cumple ninguno. De hecho, hasta mediados de 2014, solo tres sociedades se encontraba en esa fase de negociación de un convenio.

En ese mismo año, otras cinco firmas se hallaban en la fase común del concurso, es decir, cuando la Administración Concursal nombrada por el magistrado (grupo de expertos en economía y legislación) examina el activo y el pasivo de la empresa para determinar qué deudas arrastra y qué créditos son los prioritarios a la hora de pagar (es decir, que acreedores cobrarán los primeros y cuáles los últimos). Estas cifras ponen de manifiesto que cuando se inicia el concurso se termina en liquidación, sin salida posible.