La vecina evitó que quienes se llevaban un colchón, las mesillas y el somier terminaran por desvalijar el piso entero que una anciana tenía en el centro de la capital para destinar a alquiler. Al parecer, los dos acusados, que se enfrentan a tres años de cárcel cada uno por un delito de robo en casa habitada, aprovecharon la horas nocturnas del dos de diciembre de 2014 para acudir a la vivienda y sacar los enseres y muebles sin ser vistos.

No contaban con la perspicacia y la desconfianza de una de las vecinas, que al verlos terminó por sospechar que estaban robando. Y eso, a pesar de que cuando les preguntó "¿cómo se llevan ustedes todo?", le contestaron que "la señora está esperándonos en la acera" y que los muebles "se los había regalado". La vecina se sorprendió porque uno de los imputados "salía con el larguero de la cama puesto, no les dio tiempo a desarmarla".

Meses antes, en agosto, justo tras irse los últimos inquilinos, la dueña del piso sufrió otro robo. En esa ocasión, se llevaron la lavadora, la nevera, el equipamiento del cuarto de baño, "el lavabo y todo, lo arrancaron", la televisión y sillas, declaró en el juicio celebrado en el Juzgado de lo Penal, donde contó que el seguro no le había pagado, "tuve que comprar yo todo, los muebles y el ajuar".

La vecina recordaba muy bien aquel otro robo, los destrozos afectaron a otros propietarios de viviendas porque "se inundó el piso". Precisamente, porque la alarma se desató en el inmueble porque el agua comenzó a hacer estragos en otros pisos. En el juicio no se demostró que aquel robo fuera perpetrado por los dos imputados que se sentaban en el banquillo de los acusados, ambos politoxicómanos, circunstancia que alegaron para justificar su comportamiento. Uno de ellos, dijo desconocer que acompañaba al otro a cometer un robo, "iba a alquilarme una habitación", indicó al ser interrogado. Afirmó entonces que el otro acusado había abierto el piso con llaves; "de abajo", del portal, "no me fijé si llevaba o no, pero abrió él", abundó para negar que se hubiera forzado la cerradura, como sostiene la Fiscalía Provincial, que solicita los seis años de prisión por el robo. Los dos procesados coincidieron en señalar que uno de ellos se había quedado en el coche, en el que se desplazaron hasta el número 16 de la avenida de Requejo, "estábamos en Las Llamas y me dijo que si le podía hacer un favor", contó, acompañarle y quedarse en el turismo. A pesar de que el hombre que fue visto con los muebles aseguró que su compañero "no tenía muy claro lo que yo iba a hacer, no sabía nada", sí negó que le hubiera ofrecido el alquiler de una habitación en el piso, se quedó en el coche "porque uno siempre vigila y el otro tiene que ir a hacerlo", indicó en referencia al robo, tras asegurar que es politoxicómano y que ese día había consumido drogas.

El Ministerio Fiscal mantuvo la acusación, tras relatar cómo el principal acusado, que reventó el bombín de la cerradura del piso y trató de simular que estaba bien colando después unos tornillos, regresó a Las Llamas con quien conducía para vender lo robado allí. "Entre ellos se ayudan y suelen tratar de ocultar lo que hacen", aseveró el fiscal, "se pusieron de acuerdo: uno va con el coche y se queda vigilando en él, van a hurtar porque si se va a por objetos que te dan, llamas y hablas con la señora", con la dueña, lo que no ocurrió en este caso. El fiscal cree que subieron al piso, donde "hay huellas de los dos", para cometer el robo juntos. Los abogados de los dos acusados pidieron a la magistrada del Juzgado de lo Penal la absolución o la pena mínima, para lo que alega su toxicomanía, y en el caso de uno de ellos que actuó bajo los efectos de las drogas, por lo que "ni siquiera recuerda los hechos". El letrado del otro insistió en que su cliente "no conocía el otro estaba robando".