La decisión de EspañaDuero de poner a la venta su histórica sede en la calle de Santa Clara ha puesto una vez más el foco en el futuro del edificio, uno de los máximos exponentes del modernismo zamorano y vacío desde que en el año 2011 la entidad bancaria trasladara sus oficinas. La Casa de Valentín Guerra, como se denomina el edificio, forma parte de la Ruta Europea del Modernismo y tiene una serie de características arquitectónicas dignas de mencionar, unas claves que permiten entender las razones por las que el inmueble merece protección en el futuro que se abre a partir de ahora.

El doctor por la Universidad de Salamanca Álvaro Ávila de la Torre desgrana en su estudio "La permeabilidad entre el Modernismo y el Eclecticismo en Zamora. Ejemplo de la indefinición y la dificultad en la clasificación estilística de la arquitectura entre los siglos XIX y XX" las principales características de un edificio, en ocasiones, muy pasado por alto incluso entre los propios zamoranos. Construido en 1907 por Gregorio Pérez Arribas, el diseño original era para "una vivienda de grandes proporciones y gran efectismo en la que aprovechó su singular ubicación -entre las calles Santa Clara, Pelayo y Alfonso de Castro- y la disposición del solar -rectangular y exento en tres de sus lados-". Esto por fuera, porque poco se puede decir del interior. "Lamentablemente, además de no conservarse los planos, sucesivas reformas alteraron su distribución hasta desaparecer completamente". En una de estas intervenciones, recuerda el autor, se realizó un levante, se desmontaron los torreones y los merlones de la cornisa.

Uno de los puntos más destacados es la puerta, de medio punto y coronada por dos figuras femeninas "no previstas inicialmente", relata Ávila de la Torre. Estas figuras recuerdan a las que adornan la fachada de la Casa Luelmo, en la plaza de Sagasta, de similar estilo arquitectónico. Siguiendo de la mano del estudio del doctor Ávila cabe señalar que "la contemplación del estado actual del inmueble permite reconocer la presencia de indudables notas modernistas" como un arco semicircular y una concepción de las esquinas que evocan a la Casa Lleó-Morera de Barcelona, del arquitecto Lluís Domènech (galardonada con el premio a la mejor fachada de la ciudad condal). "No es el único detalle modernista", relata Álvaro Ávila, "pues en la forja de los antepechos abundan las curvas y hay motivos vegetales".

No obstante, hay otros muchos elementos eclécticos que definen estilísticamente el edificio "pero que son impropios del modernismo". Ávila de la Torre ve en esta cuestión "una premeditada tendencia a la claridad compositiva, que se consigue con la distribución ordenada de los balcones y con una división de las plantas mediante impostas". Respecto a la decoración es, "por lo general, contenida, respeta los marcos y tiende a la simetría, tal y como vemos en los balcones inferiores del frente noble". Dadas las peculiaridades de la arquitectura de la época la naturaleza de la "Casa Guerra no evita la coexistencia de características de otras corrientes a parte de la modernista". Hay, incluso, "alguna pincelada historicista".

Un rápido repaso a las características del inmueble permite conocer mejor su importancia para la ciudad y poner en valor su futuro ya que, de acuerdo con sus peculiaridades, debería encontrarse en un lugar destacado de la capital zamorana.