Aprovechar el calor del motor de una aeronave en consonancia con las bajas temperaturas a las que está sometida en su fase de vuelo para producir electricidad es la base del proyecto del zamorano Rubén Barba Manzano, estudiante de Ingeniería Mecánica en la Escuela Politécnica de Zamora.

"Esta tecnología se basa en el efecto Seebeck, es decir, la conversión de diferencias de temperatura directamente en electricidad", explica el investigador, que ha creado el prototipo de una avioneta que en su interior tiene unas condiciones de calor que simulan los motores de una aeronave, lo que sería el foco caliente, con una superficie recubierta de celdas de Peltier "que aprovechan la diferencia de temperatura entre el exterior y el interior" explica. Por último, fuera de la maqueta se ha colocado un foco frío. "Con una adecuada conexión y circuitos se logra arrancar un pequeño motor eléctrico, que gira indefinidamente hasta que se retira uno de los dos focos, el frío o el caliente, y las celdas dejan de tener esa diferencia notable de temperatura", añade.

El destino de esa electricidad autogenerada es la propia nave. "Se podría utilizar en determinados sistemas del avión, como las luces. Pero siempre algo que no requiera una fiabilidad del 100%, porque se trata de un sistema auxiliar, ya que necesita un motor que genere calor, porque si no, no funciona", recuerda. "Todo va destinado al ahorro y reciclaje, una de las palabras que más me gusta", confiesa.

Con este primer prototipo, según explica Barba, se ha llegado a dos conclusiones importantes: "el dejar espacios entre las celdas produce huecos que no están aprovechados y, en segundo lugar, los cableados de las mismas producen pérdidas. Si conseguimos hacer una placa más grande, ese fuselaje alrededor del grupo motriz de la aeronave solo tendría dos tomas, con lo que las pérdidas se reducirían", valora.

El proyecto se ha hecho realidad, en principio, en una pequeña aeronave. "Este prototipo ha servido para comprobar los cálculos teóricos". Un segundo prototipo intentará subsanar las pequeñas faltas mencionadas, cambiando parte del propio fuselaje para convertirlo en un sistema de recuperación de energía.

Conocedor de que muchas empresas investigan nuevas fuentes de energía, Barba apunta que la diferencia de su estudio radica en que "no hay ningún otro prototipo aeronáutico capaz de aprovechar las temperaturas externas e internas para generar electricidad".