La fiesta debió ser de las que hacen época para el cabo de la Escuela Naval Militar de Marín, en Pontevedra, que decidió vivir a tope la noche de las ferias de San Pedro de hace dos años en la capital zamorana y tardó nada menos que cuatro días en aparecer de nuevo por el cuartel, lo que le ha acarreado un castigo considerable: la condena a siete meses de cárcel por un delito de desobediencia.

El cabo primero en cuestión era uno de los conductores de una columna que se desplazó desde la Escuela Naval de Marín hasta el campo de maniobras de la Sierra del Retín, que está situada en la provincia de Cádiz, concretamente en la localidad de Barbate. Fue en el camino de regreso cuando ocurrió el percance, el 27 de junio de 2014, en plenas fiestas de San Pedro.

El convoy gallego subía desde Cádiz y decidió hacer noche en Zamora. Aparcaron los vehículos, cuatro camiones y un automóvil tipo jeep en la Comandancia de la Guardia Civil de la capital y los integrantes de la expedición se fueron a dormir a un hotel, no sin antes recibir la orden del capitán que estaba al mando de que todo el mundo se presentara a las ocho de la mañana, para desayunar y ponerse de nuevo en camino hacia su destino en Marín, Pontevedra, según relatan las informaciones publicadas la semana pasada por varios diarios de la prensa gallega. Todos cumplieron menos el cabo, que no aparecía. El marinero que teóricamente debía de haber compartido habitación con el desaparecido aseguró no haber tenido noticias suyas durante toda la noche, y de hecho, la cama no se había desecho, prueba evidente de que nadie había dormido allí.

Compañeros

Los compañeros del cabo intentaron buscarlo por todos los medios hasta que una compañera logró contactar con él telefónicamente. Le llamó una vez y el cabo le dijo que estaba llegando al hotel. Pero no terminaba de aparecer y le llamó una segunda vez, con la misma respuesta, que estaba buscando un taxi para llegar al hotel e incorporarse a la expedición hasta Galicia. Incluso al mismísimo capitán le ofreció la misma disculpa, pero al ver que no aparecía el mando de la columna decidió dejar en tierra al díscolo militar y continuar el viaje hasta Marín.

No es que tardara en incorporarse al convoy de regreso a Marín, sino que el cabo primero en cuestión no aterrizó de nuevo en la base militar hasta tres días más tarde, el 30 de junio, a las once de la noche. Y no debía presentar muy buen aspecto ya que el comandante de guardia pidió que le analizaran una muestra de orina y el resultado fue llamativo: positivo por cocaína y anfetaminas.

Según la sentencia dictada por la justicia militar, y que acaba de ser confirmada por la Sala de lo Militar del Tribunal Supremo, el cabo debe cumplir siete meses de cárcel al ser encontrado autor de un delito de desobediencia, después de abandonar el contingente con el que regresaba de las maniobras. El tribunal considera que el cabo desobedeció hasta cuatro órdenes de sus mandos, por lo que es merecedor de la condena mencionada. La noche, o por mejor decir, los días de juerga han costado caros a ese cabo de la base naval de Marín, que dejó el hotel de Zamora a las 23,45 horas de un 27 de junio y sus compañeros no volvieron a tener noticias suyas hasta el día 30.