La intérprete María Adánez pisa el escenario del Principal con Roberto Enríquez para dar vida a los padres de un niño que sufre acoso escolar en "Mi pequeño poni". El texto es ficción pero parte de un hecho real acaecido en Estados Unidos hace unos años.

-Esta noche se sube al escenario del teatro municipal de Zamora con un drama, lo que rompe con los personajes de comedia de series de televisión a los que puede estar más acostumbrado el gran público.

-En mi trayectoria en el teatro mayoritariamente he hecho personajes dramáticos. Desde que Miguel Narros me dio la oportunidad con "Salomé" y luego con "La señorita Julia", uno de los personajes dramáticos más complicados del teatro para una mujer en el teatro o "Las brujas de Salem" he hecho muchos dramas, lo que quizá le puede llamar la atención a quienes me asocian a las series de televisión en las que he trabajado en los últimos años. A lo largo de mi carrera me he movido por todos los ámbitos. He hecho cine, aunque lo que más he hecho en los últimos años ha sido televisión, donde he hecho comedia de ahí que me haya refugiado en el teatro porque en él donde estoy plasmando mi verdadera personalidad y estoy tomando las decisiones que más me están llenando a nivel profesionales y como persona, de ahí que conjugue el drama con la comedia.

-Trabajar a las órdenes de Miguel Narros ¿qué supuso para usted?

-Es de los momentos que cambian las carreras, que te puede generar un movimiento que en mi caso fue realmente muy positivo. La verdad es que lo generé yo. Me acuerdo que Narros estaba haciendo pruebas para encontrar a Salomé, pues no la tenía, y yo estaba en pleno apogeo de "Aquí no hay quien viva". Él no veía la televisión y no sabía de qué iba la serie, aunque conocía mi carrera y mi trabajo de muchos años. Hice la prueba, me cogió para el papel y creo que, a día de hoy, estoy en la posición en la que estoy en el teatro porque estoy recogiendo los frutos de aquella semilla que se puso en 2005.

-Usted estuvo a las órdenes de Narros en dos ocasiones y con el director Luis Luque encara su tercer montaje.

-Esta tercera colaboración con Luque nace porque queremos repetir trabajo juntos. A Luis lo conocí en mi primer trabajo con Narros, pues era el ayudante de dirección de Miguel. Creo que he tenido la suerte de trabajar con Paco Vidal que me dio la gran oportunidad, luego Miguel Narros, el gran artífice del maestro del teatro español, y también he tenido la suerte de trabajar con Josep María Flotats, otro gran maestro. Ahora con "Mi pequeño poni" tengo la suerte de compartir trabajo con un gran director Luis Luque, quizá no tan conocido, pero que tiene una gran sensibilidad. Es un buenísimo director de actores.

-Esa sensibilidad ¿es la que hizo que aborden el texto de Paco Bezerra de "Mi pequeño poni"?

-Tras "Insolación" de la que es también es director Luis Luque, una obra que todavía está en gira y que llevamos a Zamora, pensamos en qué hacer. En una reunión entre Paco, con el que trabajé en "La escuela de la desobediencia, un gran magnífico dramaturgo, Luis y yo buscamos textos para un nuevo montaje. Paco propuso esta idea que había comenzado a escribir con Luis hace unos en un taller de escritura. Nace de una noticia que lee Paco en un periódico sobre un chaval que en Carolina del Norte sufre acoso en el colegio por llevar a clase la mochila de una serie de animación. Paco se basa en esa noticia, escribe "Mi pequeño poni" y hace un año rescatamos el proyecto y, desgraciadamente, comienzan a conocerse nuevos y nuevos casos.

-El propio director sufrió acoso en su infancia.

-Sí y para Luis es una función que habla mucho de él. Se ha implicado mucho personalmente. Quería darle voz porque ¡cuántas personas han sufrido acoso en el colegio y nadie se ha enterado o los propios niños no han sido capaces de decírselo a sus padres!

-Como intérprete ¿qué supone dar vida a Irene, la madre del niño acosado?

-Es uno de los personajes más buenos que he hecho en toda mi carrera. No soy madre, pero entiendo los recovecos del alma de Irene. He sentido sus mismos miedos, un sentimiento universal. Cuando leí el texto supe que quería hacerlo porque es un personaje que supone un salto en mi carrera. Es algo totalmente distinto a lo que hecho. Los personajes del padre y de la madre están muy bien escritos por parte de Paco. Hay dos psicologías, el padre, interpretado por Roberto Enríquez, lucha porque su hijo sea distinto, genuino y único, y el de la madre, a la que doy vida, que siente que si siendo distinto se lo van a matar, pues prefiere que sea normal y pase desapercibido. Bajo esta premisa se asientan estos dos personajes, inspirados en un caso real pero totalmente de ficción. La función es muy directa, con un diálogo muy punzante que describe la desolación y la tragedia de una situación que es un verdadero drama en la familia y donde el colegio se impone y no quiere que el niño lleve la mochila.

-¿Hacía falta dar voz en la escena a un tema tan peliagudo que afrontar cada vez más familias en este país?

-Sin duda. Creo que esta obra va a ser una reflexión para hombres y mujeres, niños o mayores sobre qué estamos haciendo en esta sociedad. Hemos avanzado en muchas cosa que parece que no tanto. Hay que abogar por la tolerancia y la igualdad, porque somos distintos pero a la vez somos iguales. Cada uno puede ser como quiera y tenemos que aceptamos. No podemos igualarlo todo en nombre de una religión o de un partido político, hay que luchar por los derechos humanos y si eso si realmente no lo inculcan los padres a los hijos, los niños son productos de los padres.

-En última instancia la obra es un canto de libertad.

-Le ponemos voz a esas pequeñas grandes minorías que ha habido a lo largo de la historia que se han sentido desplazadas por no entrar en un rebaño que dicta una conciencia o una religión y parece que cuando te sales de ahí te hacen sentir fuera del sistema.

-¿Se ha sentido fuera del sistema?

-Creo que todos en algún momento nos hemos sentido fuera.

-El suicidio de pequeño Diego, ¿cómo lo ha vivido usted y el equipo el conocimiento de nuevos casos?

-Nos ha dado todavía más motivos y más pasión para representar la función que se ha estrenado hace unos días. Nada más pisar en el escenario sientes que va por los niños que ya no están, por aquellos que lo están sufriendo y no tienen fuerza para denunciarlo y por sus padres.

-La obra ¿está pensada para público adulto o también para muchachos?

-Para ambos, de hecho ya hemos tenido espectadores adolescentes que estaban de los pelos de punta. Es una obra que sería muy interesante que vieran los muchachos. Es una herramienta más para darles porque la función es una reflexión, no hay ni buenos ni malos, ni ninguna ideología. El texto no toma partida es una reflexión muy abierta y lo más interesante es que en el fondo, todos somos responsables del todo.

-La obra se ha estrenado la semana pasada en Alcalá, pero ¿qué vida a tener?

-Muy grande, (risas). Comenzamos la gira y luego vamos a estar dos meses en al Bellas Artes de Madrid y luego habrá más gira. En los próximos meses estaré con esa función y seguiremos con actuaciones de "Insolación".