Historiadores, personas vinculadas a la ardua tarea de la investigación, profesores, amigos y familiares se reunieron anoche en un homenaje que no por anunciado y sabido dejó de ser íntimo. En el centro de todas las miradas, Florián Ferrero aguantó el tirón para sobrellevar la emoción de las muchas sorpresas que sus compañeros -coordinados por el historiador José Luis Hernández Luis- fueron desvelando en una tarde emotiva, con mucha sabiduría y poco efectismo. Muchos se habían desplazado de otras ciudades, porque lo que ayer importaba era estar todos juntos para reconocer, no solo la categoría profesional de Ferrero, sino el talante colaborador, afable y sincero de una persona, un amigo. Un "maestro" de archiveros y medievalistas.

Aunque algo lesionado después de un accidente en vacaciones, Ferrero no perdió detalle de los acontecimientos desde la mesa presidencial de una de las salas del Colegio Universitario, ubicada en la primera planta. Además de Hernández Luis, lo acompañaban Severiano Hernández, subdirector de Archivos del Ministerio de Cultura; Víctor Carbajo, actual director del Archivo Histórico de Zamora; Manuel Melgar, director de la Asociación de Archiveros de Castilla y León y Marco Antonio Martín, en representación del Instituto de Estudios Zamoranos Florián de Ocampo.

Hernández Luis tomó el relevo en la palabra del profesor Arsenio Dacosta -representante de la UNED de Zamora- para glosar la figura de Florián Ferrero de una forma sencilla, encadenando la aventura vital del homenajeado. En 1983, miembro del cuerpo estatal de archiveros y desde 1986 hasta su jubilación, titular del Archivo Histórico de Zamora, redactor también de su guía. En poco o en nada sorprendieron los éxitos profesionales de Ferrero a los presentes. Es viejo conocido. Tanto como sus prolongadas charlas que empiezan en la Edad Media y acaban en cualquier detalle de la cotidianeidad. Era el momento de reconocer a la persona. El propio Hernández Luis lo dijo, al revelar que el juicio de Ferrero fue crucial para que él -y otras muchas personas- se decantaran por la disciplina archivística en sus carreras.

Los presentes descorcharon la ristra de presentes preparados para Florián con la entrega de un retrato de Juan Carlos Izquierdo y un ejemplar -el primero y único- del libro que sus colegas han escrito sobre las inquietudes científicas del archivero emérito. El homenajeado recibió también una "llave de la ciudad" realizada por Ricardo Flecha y dedicó unas emocionadas palabras a los presentes, antes de que las instituciones que han colaborado para editar el libro cerraran el acto con una breve intervención.