Tras dedicarse a la hostelería en Madrid se percató de lo más obvio: que en la provincia de Zamora ninguna empresa servía hielo "a domicilio". Fue con esta sencilla idea con la que José Ferrero Rábano, de 40 años y padre de dos hijos, embarcó a Alejandro Pérez, de 26 años, para montar hace poco más de un año el negocio d los hielos en su propio pueblo: Granja de Moreruela.

Antes de eso el periplo laboral de José Ferrero le llevó por Madrid y Andalucía, pero con la llegada de la crisis, la quiebra de empresas y las nóminas que no se cobraban decidió regresar con su familia a Granja de Moreruela para crear, junto Alejandro Pérez, "Hielos Zamora". " Los hosteleros utilizaban cámaras para hacer el hielo, pero con el encarecimiento de la luz y el agua que se consume no compensa. Además, la calidad del producto no es la misma", explica Ferrero Rábano. "Sin duda", añade, "es más barato comprarlo que hacerlo".

Y la idea cuajó. Desde hace más de un año, la empresa Hielos Zamora Sociedad Limitada sirve a bares, restaurantes y quioscos de la provincia zamorana pero también en pueblos de Valladolid. "Los clientes están encantados, se despreocupan porque cuando quieren hielo solamente tienen que descolgar el teléfono", asegura este pequeño emprendedor. Las cifras hablan por si solas.

En solo un año, la firma Hielos Zamora ha crecido alrededor de un 80%, pero el trabajo ha sido intenso. Un ejemplo claro lo tuvieron en las últimas fiestas de San Pedro de Zamora. "Ninguno de los dos pudimos dormir. Nos llamaban a las dos, a las cinco de la mañana... fue una locura", señala Ferrero. Y durante el verano, los dos pequeños emprendedores vendieron nada menos que 120 palés de bolsas de hielo, que les suministra una empresa de Córdoba y otra de Aranda de Duero, en Burgos.

Comenzaron con una inversión de 25.000 euros para la compra de dos furgonetas y ocho arcones. La gran ventaja es que entonces no había competencia. Ahora hay al menos dos empresas que suministran hielo "a domicilio": una de Madrid y otra de Ávila.

Otra de las ventajas es que se trata de un negocio que no precisa una infraestructura tecnológica, que en la que la mayoría de los pueblos, entre ellos Granja de Moreruela, resulta muy deficiente. "Los clientes se ponen en contacto con nosotros vía móvil", confirma José Ferrero, aunque en la era de las nuevas tecnologías, "Hielos Zamora" tiene también su propio "perfil" en la red social Facebook.

En realidad, en Zamora el problema para este tipo de empresas es otro: la despoblación cada vez más palpable de los municipios. "En verano se vende mucho hielo en los pueblos porque la población se duplica o triplica en algunos de ellos, pero cuando llega el invierno, quedan cuatro", explica el emprendedor granjeño. El otro handicap, Ferrero Rábano se lo toma con humor: "Es la peor zona para vender hielo en invierno por las bajas temperaturas". Y cómo no, Ferrero también apela al tan trillado carácter desconfiado de los zamoranos. "Es algo que nos ha costado mucho; lograr que los clientes confíen en nosotros ha sido bastante difícil".

El descenso del negocio durante el periodo invernal hace necesario compaginar la venta de hielo con otro trabajo que reporte una nómima fija. Y los dos pequeños empresarios de Granja de Moreruela, en eso también han podido apostar por su pueblo: el más mayor, como trabajador de la estación de servicio que se abrió tras la inauguración del tramo de la Autovía Zamora-Benavente, y el más joven, como ayudante en un taller mecánico.