Más de mil quinientos zamoranos se enfrentan cada año a una de las palabras más aterradoras del diccionario: cáncer. Aún falta información aunque ese vocablo se ha convertido en algo común y repetitivo que, desgraciadamente, ha tocado de cerca a todo el mundo de una u otra manera. No en vano, se estima que, dentro de cuatro años, la dolencia afectará a 246.713 españoles, según los datos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM).

Cuatro hospitales de la capital acogieron ayer la movilización de los voluntarios de la delegación zamorana de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), que instalaron sendas mesas informativas para acercar a la población una enfermedad que, pese a ser una vieja conocida, aún arrastra problemas derivados de los falsos mitos. "Queremos dar a conocer los recursos que tenemos aquí en la asociación, sobre todo a través del voluntariado, también dentro del sistema sanitario", explicaba María Montejo, psicóloga de la asociación. Actualmente, en Zamora son más de ciento veinte personas -a las que se suman los voluntarios de las juntas locales- que dedican su tiempo libre a ayudar a los demás de forma altruista en hospitales, de campaña, administración, recursos, órganos de gobierno, ayuda a domicilio o cuidados paliativos.

Esos voluntarios tienen muchas caras y papeles dentro de la asociación, en la que realizan tareas de acompañamiento del enfermo en relevo del cuidador principal o simplemente de testimonio, ya que muchos de ellos se acercaron a la agrupación cuando eran pacientes y continúan la labor desde el otro lado una vez superada la enfermedad. "Cuando una persona quiere hacerse voluntaria y viene a la asociación, le damos una cita para explicarle las opciones de voluntariado que tiene y se le asigna una labor en función del momento personal en el que se encuentre, todo siempre acompañado de cursos de formación para explicarle los recursos de la asociación y las tareas específicas de las actividades en las que se va a centrar su labor", explica Montejo.

Los voluntarios no son solamente antiguos pacientes que ya han superado el cáncer o familiares de enfermos, sino que cada vez más gente joven o personas recientemente jubiladas deciden acercarse a la AECC para destinar parte de su tiempo a ayudar a los demás. "No es que haya más conciencia de la enfermedad, sino que, poco a poco, se va perdiendo el miedo a decirlo. Eso sobre todo se debe a que la supervivencia cada vez es mayor y hay más terapias. La gente también es muy solidaria y cada vez son más los que deciden acercarse a la Asociación para acompañar a los pacientes y a sus familias", comenta la psicóloga zamorana.

Uno de esos casos es María, una de las voluntarias que pasó la mañana de ayer acercando la labor de la asociación en Santa Elena. En su caso, fue la ayuda de los colaboradores altruistas cuando un familiar estuvo enfermo de cáncer la que la acercó a la asociación, a la que decidió unirse para aportar su granito de arena. "Además del apoyo al paciente se realizan muchas actividades como gimnasia, manualidades, pintura... El ambiente es fantástico", comenta la voluntaria, que desarrolla su tarea en los hospitales y que destaca la "satisfacción con la que te vas a casa después de haber ayudado a alguien, aunque solamente sea hablando con él". "No solo queremos que sepan que estamos ahí para tratar de la enfermedad, algo que no todos los pacientes quieren hacer, sino para que nos cuenten lo que les apetezca. Tienen que saber que no están solos y que la persona que les ofrece un caramelo en la entrada del hospital también está ahí para escucharle", comenta la voluntaria ante una cesta de caramelos que serán una dulce y pequeña excusa para sentirse acompañado frente a un enemigo al que, con ayuda, se puede vencer.