Un sueño que se ha vuelto a hacer realidad. Tres de los cubanos que integraron la primera edición del programa Operación Añoranza pudieron volver a reencontrarse con sus raíces en el viaje que se organizó desde la Diputación y con el que se conmemoraba el vigésimo aniversario de este proyecto de la institución provincial, al que pronto se unieron los que habían ido a buscar nuevas oportunidades a la vecina Argentina.

A pesar del tiempo transcurrido y de que ahora el contacto con los familiares de Zamora es mucho más sencillo que en las épocas de las emigraciones de los inicios del pasado siglo, gracias a las nuevas tecnologías, María Ángeles Lorenzo reconoce que "la nostalgia nunca desaparece". En su segunda visita a Puebla de Sanabria apunta que ha descubierto que tiene "un auténtico regimiento de primos". Nada menos que 52 familiares a los que ha ido conociendo entre su viaje de hace veinte años y este más reciente. "Yo los veo igual, porque envejecemos a la par, así que los encuentro muy bonitos y agradezco el enorme cariño que siempre me dan", subraya.

Y especial cariño siente ella también por Puebla, de donde salió con su familia cuando solo tenía siete años. "Ahora he venido con veinte años más de añoranza", calcula. "He encontrado mis raíces más profundas, pudiendo hacer cosas que no pude hacer en 1995, como acudir al cementerio a rendir homenaje a mis familiares allí enterrados", pone como ejemplo, mientras que asegura que su emoción por volver a esta tierra "sigue estando intacta, me hace muy feliz".

De la comarca de Sanabria también es Vicenta Ramos, quien con 94 años repitió ese periplo en avión hasta su Vigo de Sanabria natal, aunque esta vez junto a su nieto Ernesto. "Mis recuerdos son muy borrosos, pues me fui de España con solo 8 años, era solo una niña", admite.

"Zamora está muy linda, me gusta mucho la ciudad y no he parado de realizar actividades con mi nieto, que era la primera vez que venía acá", explica. Pero a pesar de no haber pisado nunca la tierra de sus antepasados, su abuela se ha preocupado por transmitirle todos sus recuerdos a través de las múltiples actividades de la Colonia Zamorana de Cuba. "Allí compartimos nuestras vivencias con todo el mundo y somos como una gran familia", describe.

Lamentablemente, poco pudo enseñarle de Vigo de Sanabria. "Solo pudimos ver la casa de piedra donde nací pero ahora estaba cerrada y no me quedan familiares en el pueblo".

También repitió viaje Sergio Rabanillo Dámera, otro emigrante de Sanabria, concretamente de Triufé. Visitó Zamora recién estrenado su cargo como presidente de la Colonia Zamorana de Cuba. No vino solo, sino que le acompañó su padre, Sergio Rabanillo Prada, quien había sido también el máximo representante de la colonia durante dos mandatos, de 1984 a 1993.

"Mi padre mantenía vínculos por carta con su familia hasta los años 30 del siglo pasado, cuando fallece su madre. Después la relación se rompe y él, hijo único, no conoce nada de sus tíos o primos", resume Rabanillo. Por eso la oportunidad de la Operación Añoranza no iba a dejarla escapar para volver a tomar contacto.

Aunque ese primer viaje duró 24 horas entre su salida de Cuba hasta llegar a Zamora, el expresidente señala que "mayor que el cansancio era la emoción, el deseo de volver a pisar la tierra que les vio nacer y la preocupación de encontrarse, en casi todos los casos, con una familia desconocida".

En el caso concreto de su padre, Rabanillo rememora una conmovedora anécdota. "Se encontró con una prima segunda que le abrazó y le dijo que se había dedicado a cuidar de sus propiedades en el pueblo. Él, como hijo único, sería el propietario de lo que le pertenecía a su madre, pero mi padre le contestó que lo único que él tenía en España era familia". Una emotiva respuesta que conllevó la oficialización de la cesión de estas tierras ante notario. "No supimos qué se cedió, ni nos interesó nunca, pero seguramente solo fuera un pequeño pedazo de tierra en el medio de una montaña sanabresa", describe con visible emoción. Tan solo ocho meses después de este ansiado viaje, su padre fallecía en Cuba.

Los tres integraron el grupo de 23 "afortunados" de la colonia que volvían a Zamora medio siglo después de buscar un futuro en la isla, en la segunda quincena de octubre de 1995. Todos ellos pudieron conocer y reencontrarse con sus familiares en pueblos como Muelas del Pan, Trefacio, Samir de los Caños, Val de Santa María, Cubo del Vino, Almedia de Sayago, Quintanilla de Urz o Cañizal.

Este 2016 será también el del aniversario de la Colonia Zamorana de Cuba, que lleva desde el pasado año desarrollando diferentes actividades para conmemorar los cien años de una de las asociaciones de emigrantes más longevas, y sobre todo más activas, del otro lado del Atlántico.