La quema de contenedores se está convirtiendo en un clásico en las madrugadas de fines de semana y de días festivos, una costumbre que se llevó por delante una treintena el año pasado, periodo en el que el Ayuntamiento de la capital tuvo que invertir 61.192 euros solo en renovar un total de 68 de estos depósitos de residuos urbanos. Más de la mitad, por desperfectos de otro tipo, como la rotura de las tapaderas que los vándalos usan a modo, por ejemplo, de trineos. El precio de estos oscila entre los 195 y los 1.395 euros, explica el primer teniente de alcalde y concejal de Seguridad Ciudadana, el socialista Antidio Fagúndez.

Esa es solo una parte de los numerosos daños al mobiliario urbano y otros elementos por actos vandálicos, que ocasionan un gasto nada despreciable a las arcas municipales, "más de 100.000 euros en 2015", subraya Fagúndez. Un presupuesto que se incrementaría considerablemente si se contabilizara el coste del material y el tiempo empleado por los funcionarios de los servicios municipales, "tanto de los que realizan los trabajos de extinción, los bomberos, y de asistencia, la Policía Municipal, como de los operarios que los reponen". Un tiempo que restan a las tareas propias de sus departamentos, ya que también "tienen que hacer informes y la tramitación pertinente para reemplazar los elementos dañados".

Tampoco hay que olvidar, insiste el edil del PSOE, que estas conductas provocan "daños indirectos y gastos adicionales", como los incendios de los contenedores que "deterioran el aglomerado de la calzada, que tenemos que reemplazar". Además, si hay un vehículo estacionado al lado, "tenemos que cubrir los daños con el seguro de responsabilidad civil del Ayuntamiento, con el que también se pagan los desperfectos que puedan sufrir las viviendas" situadas junto al depósito de basuras quemado.

Se asume el arreglo de los elementos afectados: desde el pintado de fachadas, del interior de viviendas o de portales hasta el cambio de persianas. "Otro coste adicional, puesto que el precio de las pólizas del seguro se incrementan si aumentan los partes de incidencias".

Las papeleras es otro de los artículos con los que más se ceban quienes causan destrozos en el patrimonio municipal, en concreto el año pasado rompieron 164, las más baratas de 65,50 euros y las más caras de 387,20 euros. La institución local tuvo que gastar 15.149, 20 euros para sustituirlas.

La rotura de farolas (a pedradas), de señales de tráfico, de bolardos, de bancos (algunos con un precio de 1.000 euros), de columpios y otros juegos infantiles, así como las pintadas en fachadas, señales, indicadores y los daños a monumentos causados con objetos punzantes contribuyen a aumentar el presupuesto que la institución local se ve obligada a emplear para adecentar y reparar lo que los vándalos van destruyendo a su paso.

Rutas de copas y jóvenes

La Policía Municipal sabe que los protagonistas de estos actos incívicos son generalmente "jóvenes que salen de noche" y así lo refleja en sus informes, apunta el concejal de Seguridad Ciudadana. La huella de esta conducta violenta marca las rutas entre los pubs que se frecuentan durante el ocio nocturno y las zonas en las que se sitúan estos establecimientos. Ejemplos claros son el entorno de la Plaza Mayor y calles adyacentes, y el recorrido que los jóvenes hacen a pie desde esta parte de la ciudad hasta la carretera de Villalpando, donde se hallan las discotecas que abren toda la madrugada. Las inmediaciones de los lugares de botellón tampoco se libran.