El artesano Jaime Domínguez encara ahora la construcción de un nuevo gigante para la asociación cultural Capitonis Durii.

-Usted se ha comprometido con Capitonis Durii a regalarle un nuevo gigante. ¿Por qué?

-Hace ya unos años hice el Cid y Bellido Dolfos por encargo de la agrupación. Desde entonces tengo una relación estrecha con el colectivo, de hecho si estoy en la calle y me ven van los gigantes a saludarme, me hicieron socio de honor y cuando tienen algún problema les arreglo los desperfectos de las figuras. Estuve dándole vueltas a qué podía regalarse con motivo de su décimo aniversario, que celebraron el pasado año, y pensé que lo mejor era un nuevo gigante. Yo me había planteado hacerles a Diego Ordóñez e incluso tenía ya bocetos, pero cuando se lo comuniqué les di a elegir y ellos han optado por que fuera el rey Sancho.

-¿Cómo encara esta nueva obra?

-La verdad es que con mucha ilusión. No lo quiero hacer con prisas, quiero hacerlo con tranquilidad. Me ilusiona esta nueva figura no solo por mí, sino por la familia porque a una bisnieta un día le preguntaron unos turistas que quién era el autor de uno de los gigantes y ella les respondió que su abuelo.

-El colectivo ha optado por el monarca, por el rey Sancho, ¿ya tiene idea de cómo realizarlo?

-He planteado que sea un rey de campaña. Será un rey sencillo, una persona que pudo estar fuera de las murallas cuando el sitio a Zamora. Cuando tenga la idea ya clara en dibujo, comenzaré a modelar la cabeza en barro y después encararé el cuerpo y los brazos que seguramente serán rígidos al estilo de los otros. Cuando salga el gigante de mi taller estará hasta policromado, tal y como hice con los otros que salieron ya portados por sus cargadores.

-Para su labor ¿tiene muchas referencias pictóricas?

-No he encontrado mucho. He buscado en Internet y no hay muchas obras, lo mismo que sucede con doña Urraca.

-¿Cuándo pretende que esté acabado el gigante?

-Soy consciente de que son muchas horas de trabajo. Mi objetivo es que esté acabado antes de las fiestas de San Pedro, siempre que la salud me lo permita.

-Las cuatro piezas del grupo ¿condicionan su trabajo?

-Sin duda tengo que tenerlas muy presentes. Tiene que existir una armonía con los otros gigantes de ahí que opte por brazos fijos, quizá le ponga una mano en la empuñadura de la espada. Tengo claro que no se van a mover las manos como sucede en el caso del Abuelo, la Negra, el Ramón y el Turco.

-Por sus anteriores experiencias, ¿lo más complicado de realizar un gigante?

-Realmente es una obra que viene rodada. No te puedo decir qué es más difícil si dibujarlo, sacar los moldes o pasarlo a poliéster. Cuando tenga la cabeza ya hecha en barro se la mostraré a los directivos de Capitonis por si quisieran hacer modificaciones.

-Tras el rey ¿vendrá la figura de Diego Ordóñez?

-Ya se verá. Voy a hacer el rey cuando tengo 83 años. Me encuentro con fuerzas para hacer nuevas figuras, pero los años van cayendo sobre uno. Yo no soy de los que juega la partida toda la tarde, yo tomo mi café y luego voy al estudio donde disfruto. Creo que hay que estar activo pese a los años.

-¿De dónde procede su querencia por los personajes del Cerco?

-Hace ya años hice unas réplicas de los gigantes del Corpus y los pusimos en el escaparate de la tienda en San Pedro. Al año siguiente se me ocurrió hacer unas piezas con los personajes de Medievalia que también se expusieron y la vieron los jóvenes que luego fundaron Capitonis.

-Una obra suya muy desconocida es el increíble Cristo yacente que hay en la Magdalena.

-Esta obra surgió de una manera muy curiosa. Nos fuimos la familia de vacaciones a la playa. Estaban con los nietos y me puse a hacer una figura que acabó siendo un hombre que acaba de salir del agua como desmayado. Tras un rato, me di cuenta de que había gente que me estaba observando y lo dejé. De ahí vino la idea de hacer ese cristo yacente que se puede contemplar en la iglesia de la Magdalena. Primero hice un boceto y luego lo pasé a tamaño natural en madera. Es una obra muy desconocida por los zamoranos y es una pieza de la que estoy satisfecho. De hecho recibí la carta de cinco folios en la que un médico me felicita por el tratamiento de la anatomía.