Entró en el autobús ya alterado, posiblemente, porque había consumido alcohol en exceso. Durante el viaje, en el que se servía comida y bebidas, el pasajero comenzó a exigir a voces que el conductor le pusiera una película y que le llevaran más cerveza. Su comportamiento terminó por molestar al resto de viajeros, que tuvieron que soportar no solo los gritos impertinentes, sino también que llegara a lanzar un bote. Finalmente, uno de los ocupantes le instó a reconsiderar su actitud, lo que le valió un puñetazo de quien está ahora procesado por las lesiones y daños provocadas, quien le rompió las gafas. La mediación de un segundo pasajero tampoco logró calmar los ánimos del acusado, que se enfrenta a un año y un mes de prisión, que exige la Fiscalía en el Juzgado de lo Penal, y al pago de una indemnización de 3.900 euros por las gafas y las heridas causadas a este hombre al que agarró fuertemente por un dedo (el cuarto de la mano derecha) y acabó rompiéndole un tendón, que tardó 80 días en curar y en el que le han quedado secuelas, puesto que no puede flexionarlo. El cariz que fue tomando el altercado llevó al conductor a estacionar el autobús y a dar aviso a la Guardia Civil, que se personó en el lugar y detuvo al hombre que había agredido a los dos viajeros cuando trataban de recuperar la paz en la que tendría que haber transcurrido el viaje.