Cada cinco horas, 39 minutos y seis segundos se produce un accidente de tráfico con daños corporales en la provincia de Zamora. Es una media, claro, hallada por las compañías de seguros, que han dividido el número de este tipo de siniestros en la provincia entre la duración del último año. El dato, en todo caso, señala la importancia que tienen las lesiones producidas en accidente, que a partir del 1 de enero van a ser valoradas con un nuevo baremo, que sustituye al que estaba en vigor hace veinte años y que introduce muchas novedades para adaptar esta casuística a la realidad actual.

Las estimaciones de las aseguradoras, que han afrontado en el último año 1.557 siniestros que incluían responsabilidad corporal en la provincia de Zamora, apuntan que el mayor colectivo de víctimas de accidentes de tráfico está formado por las personas que sufren secuelas permanentes, dado que suponen el 36,6% de los casos. La mayoría de estas secuelas son de poca importancia, tales como latigazos cervicales o dolores postraumáticos. Habría otro tercio de los casos, un 32,3% aproximadamente, que sufren una dolencia de la que se curan tras haber pasado un tiempo de baja, pero que quedan sin secuelas. Un 29% sólo requieren asistencia sanitaria, sin baja y un 2% fallece en el accidente.

Algo más de la mitad de los lesionados está situado en el grupo de edad de entre los 18 y los 35 años. El 46% de la muestra de lesionados con secuelas graves viajaba en turismos, el 30% son peatones y tan sólo el 4% son lesionados en vehículos de dos ruedas.

El nuevo baremo beneficiará sobre todo a las víctimas con unos daños más graves. Los que superen los 75 puntos o más en la valoración de sus lesiones verán incrementadas un 72% las indemnizaciones, y los de 50 a 75 puntos un 44%. Los lesionados leves seguirán con unas indemnizaciones como las actuales.

El perfil de lesión grave más frecuente es el de un trastorno orgánico de personalidad relevante, según los datos de las compañías de seguros. Le sigue el grupo de los que tiene ese mismo trastorno y una limitación de la movilidad de la columna cervical; la amputación del antebrazo con extirpación de la cabeza del radio y prótesis de codo; el deterioro de funciones cerebrales superiores o el estado vegetativo persistente. El nuevo baremo, por ejemplo, reconoce que el trabajo doméstico también es un trabajo y debe compensarse a la hora de establecer indemnizaciones. O las nuevas realidades familiares que incluyen ahora entre los deudos del finado personas allegadas que antes no recibían indemnización alguna.

El nuevo baremo, explica el legislador, "se inspira y respeta el principio básico de la indemnización del daño corporal; su finalidad es la de lograr la total indemnización de los daños y perjuicios padecidos para situar a la víctima en una posición lo más parecida posible a la que tendría de no haberse producido el accidente".

El baremo de daños aplicable a los accidentes de tráfico es muy importante no solo por la repercusión que tiene su aplicación directa, sino porque también es una referencia a la que el sistema judicial acude cuando tiene que peritar otro tipo de perjuicios que no disponen de un instrumento similar, como el caso de los daños derivados de negligencias médicas. Con respecto a las cuantías, es muy difícil poner ejemplos, ya que cada caso particular tiene unas características que se valoran, entre otras la edad de la víctima, de sus deudos o los ingresos que percibía. De hecho las aseguradoras han creado una especie de calculadora para que cada afectado pueda hacerse una idea.

Solo a título ilustrativo, en caso de muerte el cónyuge viudo con más de 15 años de convivencia, si la víctima tenía hasta 67 años cobraría 90.000 euros de indemnización básica, lo mismo que cada hijo. Un estrés post-traumático puede estar entre los 800 y los 2.400 euros, unas cervicales con mareos, vértigos y cefaleas, entre tres mil y ocho mil euros o la pérdida de un testículo entre 20.000 y 50.000 euros.