Santamaría apoyó adornar los salones de las casas con el tradicional árbol de Navidad "o disfrutar de los que veamos", al tiempo que aseguraba que no se trata de un símbolo pagano "ni sustituye al Niño Jesús", apuntó. Aprovechó entonces para contar a todos los presentes la leyenda de este adorno navideño, que lo acerca un poco más a las creencias cristianas. "Está demostrado por la historia y por la tradición", apuntó, explicando que cuando San Bonifacio, en el siglo VIII volvió a Germania desde Roma, se encontró con que sus paisanos se disponían a celebrar el solsticio de invierno sacrificando a un joven ante el roble sagrado del dios Odín. La reacción de este obispo fue la de coger un hacha y cortar el árbol. "A partir de ahí, llega lo legendario, porque un rayo del cielo habría ayudado a san Bonifacio a derribar el roble al primer hachazo", explicó. Cuando el pueblo le preguntó cómo debía celebrar la Navidad el obispo les señaló un abeto "un árbol perenne, como perenne es el amor de Dios", comparó Santamaría. "Y lo mandó adornar con manzanas, símbolo de la tentación y del pecado, y con velas, símbolo de la luz que nos trae el niño al nacer", terminó de explicar al público el cura.