Defensor convencido de que la cultura nos hace libres, críticos y nos hace personas, con un alma de ilustrado del siglo XVIII y el traje de hombre romántico del XIX, luchador por una universidad para Zamora y por el patrimonio de la ciudad en sus escritos y como concejal, de 1971 hasta su muerte en 1976, y hombre crítico en sus poemas, a través de sus epigramas. Así describió a Ignacio Sardá ayer el historiador Miguel Ángel Mateos, el único representante vivo de la Comisión formada en el año 80 tras la muerte del poeta de Carbajales de Alba para decidir qué se hacía en torno a su figura, en la gala en el Teatro Principal donde se rindió homenaje al poeta y filósofo carbajalino y donde se saldó la deuda que Zamora tenía con él.

Como recordó la comunicadora Carmen Ferreras, en la introducicón del acto, en un pleno en el año 2003 se acordó entregar la distinción de Hijo Adoptivo a título póstumo a Ignacio Sardá, pero hasta el día de ayer el reconocimiento no fue efectivo. Y en el momento de entregar a su viuda, Amparo Pascual, el diploma y la medalla, durante unos segundos, no se supo dónde estaban. Solventado el despiste, el alcalde entregó a la viuda de Sardá el reconocimiento, gesto respaldado con una cerrada ovación por más de 120 presentes. "Se trata de una deuda cultura y administrativo-política", atestiguó el alcalde Francisco Guarido que pidó disculpas en su nombre y en el de los anteriores alcaldes por la tardanza. "Con la literatura se cambia el mundo", sentenció Guarido que certificó que "en breve se situará en la escultura de Ignacio Sardá una placa" con unos versos.

El cierre de los actos conmemorativos del nacimiento de Ignacio Sardá comenzó con una ofrenda floral ante la escultura sedante, realizada por Hipólito Pérez Calvo y ubicada en la plaza de Claudio Moyano. En el lugar se dieron cita alrededor de un centenar de personas entre familiares del honrado, representantes de la cultura y particulares. El pasacalles del Tío Minero, tocado por el tamborilero Mario Martínez, encabezaba la comitiva integrada, entre otros, por Francisco Guarido, Amparo Pascual, y Miguel Ángel Mateos. Ante la figura el alcalde depositó una corona de flores a lo que los presentes rompieron a aplaudir y Mateos dirigió unas breves palabras, para luego todos encaminar sus pasos hacia el Principal. "Maestro, ¡más vale tarde que nunca!", le dijo un espontáneo al tiempo que acariciaba su rostro de piedra.