Hacerse hueco en el callejero zamorano no ha sido tarea fácil para varios iconos del patrimonio urbano de la capital que han tenido que cambiar en varias ocasiones de emplazamiento hasta contar con un destino definitivo. La Puerta del Pescado, la Fuente de los Remedios y la locomotora del tren son sólo tres ejemplos del trasiego sufrido por un buen número de monumentos.

El actual emplazamiento de la Puerta del Pescado o Arco de San Martín es la glorieta situada junto al cementerio de San Atilano de Zamora, pero ha protagonizado un largo periplo por distintos puntos del callejero antes de custodiar la entrada sur a la ciudad. Su primera ubicación, aunque quizás la menos conocida o recordada, fue la actual Avenida de Vigo (entre el barrio de Olivares y el puente de piedra), como una de las puertas medievales de la muralla de Zamora, de la que se tenía constancia desde finales del siglo XIV. El 18 de abril de 1849 se derribó y reconstruyó, ensanchándola, para permitir el paso de los carros y fue entonces cuando adquirió su actual aspecto neoclásico.

El monumento comienza a recorrer varios puntos del casco urbano zamorano a principios del siglo XX, cuando fue trasladada a la avenida Requejo, junto al antiguo cuartel Viriato. Allí fue inaugurada como arco de la Independencia en 1908, según datos de estudios elaborador por el historiador José Andrés Pérez y el arquitecto Javier Rodríguez Méndez.

El arco fue desmontado piedra a piedra y trasladado al parque de San Martín a finales de los años 40, donde fue inaugurado como Monumento de los Caídos en 1951. El monumento, caso único de arco conmemorativo del siglo XIX en Zamora, permanece presidiendo esta zona de esparcimiento del casco antiguo hasta hace 15 años, ya que en diciembre de 2000 vuelve a ser desmontada ante la construcción del aparcamiento de San Martín, cuya excavación impedía el mantenimiento del arco en este espacio.

Su desarme conllevó un complicado proceso que se prolongó durante un mes y se realizó de acuerdo al proyecto redactado por el arquitecto Francisco Somoza paso por paso. La operación tuvo un coste cercano a los ocho millones de pesetas, en los que no se incluyó su restauración, aunque sí labores de limpieza y consolidación. En la fase previa se realizó una completa serie fotográfica para representar al detalle todas las características del monumento. Cada una de las piezas fue numerada una por una con una pintura especial resistente al proceso, pero que permitía ser limpiada sin dificultad una vez finalizados los trabajos. El reportaje fotográfico volvió a realizarse una vez concluida la numeración de las piezas.

La empresa Rearasa fue la encargada de abordar este delicado proceso, que hizo necesaria la instalación de una grúa de grandes dimensiones y de una plataforma, además de un entramado de andamios.

Una vez concluido este complejo desmontaje, las 1.600 piedras de las que estaba compuesto el arco fueron almacenados en unas viejas naves de la estación de ferrocarril, alquiladas por el Ayuntamiento de Zamora y convertidas en el desván de la ciudad. Allí permanecieron hacinadas, junto a todo tipo de mobiliario urbano fuera de uso, durante casi una década. La Puerta del Pescado tuvo que esperar hasta finales de 2009 para que Patrimonio aprobara su reubicación en la rotonda del Cementerio, situada en la vía principal de entrada de la ciudad en la que confluyen la antigua N-630, la carretera de Bermillo y el acceso al Puente de Piedra por El Sepulcro y Cabañales. La propuesta fue aprobada en el Pleno del Ayuntamiento de Zamora por iniciativa del grupo municipal Adeiza.

La instalación de la Puerta del Pescado en su emplazamiento actual se prolongó durante siete meses y contó con un presupuesto de 350.000 euros que se financiaron con cargo al Fondo Estatal de Inversión Local. El remontaje hizo necesaria la instalación de un sistema de apeos para ejecutar las cimbras necesarias que permitieran la reconstrucción «indeformable» del arco. En la actuación participaron medio centenar de trabajadores que hicieron posible que el monumento volviera a tomar forma gracias a la numeración de cada una de las piedras.

Viaje de ida y vuelta de un referente de la Ilustración

Otro de los monumentos a los que ha costado encontrar un emplazamiento definitivo ha sido la Fuente de los Remedios. Su ubicación inicial, aunque no conocida por las generaciones más jóvenes, fue en el desaparecido paseo de San Martín de Abajo donde se colocó la monumental fuente a finales del siglo XVIII, construida en 1769 por Baltasar Bordel, maestro fontanero de la ciudad. Este espacio se situaba entre el actual Sillón de la Reina y las inmediaciones del Paseo de la Puerta de la Feria. Ya en el siglo XIX, en 1837, había sido objeto de reparaciones a raíz de las cuales había perdido el remate original, unos angelotes que la coronaban y que fueron sustituidos por un ánfora. En 1882 fue conectada a la red de abastecimiento de agua. Todo el paseo de San Martín de Abajo, considerado una de las principales arterias de la ciudad, fue sometido a una remodelación como consecuencia de la apertura de la avenida de la Feria y la construcción de la carretera de Villacastín a Vigo, dejando enterrado el primitivo nivel del paseo, que se corresponde con el de la ermita de los Remedios, a la que debe su nombre. La fuente fue sufriendo un progresivo deterioro que se agravó en 1909 con la pérdida de la escalitana original que todavía puede contemplarse en las primeras postales de Zamora.

Finalmente, se decide trasladar la fuente a la Plaza de la Constitución en 1971, donde permanece durante casi 30 años. De nuevo la construcción del aparcamiento proyectado en este espacio obliga a pensar en un cambio de emplazamiento que paradójicamente vuelve a ser su ubicación original. La empresa Reasara, la misma que se había ocupado del delicado traslado de la Puerta del Pescado, vuelve a ser la encargada de acometer el desmontaje piedra a piedra de la Fuente de los Remedios, casi el único exponente de la arquitectura civil de la época de la Ilustración en Zamora. La operación, que se realizó en noviembre de 2000, supuso un coste aproximado de cinco millones de pesetas y también incluyó un tratamiento de restauración para atajar el deterioro ocasionado por el agua, sobre todo en el tronco central del surtidor.

Una vez concluidos estos trabajos, la Fuente de los Remedios volvió a lucir todo su esplendor en el parque de San Martín, junto al Sillón de la Reina, cerca de su ubicación original aunque no exactamente en el mismo sitio. El traslado se completó en octubre de 2001 y desde entonces esta ha sido su ubicación definitiva.

La locomotora del tren, un emblema de la infancia

Varias generaciones de zamoranos todavía recuerdan con cariño la locomotora de tren instalada durante dos décadas en el parque de La Marina. Se convirtió en el espacio de juego preferido por los niños para imaginar que eran los maquinistas más intrépidos o que viajaban a lejanos lugares. Esta máquina tiene una larga trayectoria que la define como una auténtica reliquia de la historia ferroviaria.

Pertenece a una serie de catorce máquinas que la Compañía de Ciudad Real a Badajoz encargó a los talleres Fives Lille de Francia, entre 1878 y 1879. Con la numeración 0302214, fue construida para el servicio de mercancías, aunque su misión más gloriosa fue remolcar el tren real que condujo al rey Alfonso XIII de Zaragoza a Barcelona para participar en la Exposición Universal de la Ciudad Condal.

Tras concluir su vida activa, Zamora tuvo que lidiar con Salamanca para hacerse con la locomotora, que quería usarla para presentar el Monumento al Vapor. El Ayuntamiento de Zamora presenta una solicitud formal para instalarla como elemento de ornamento y embellecimiento del entorno el 21 de octubre de 1977, aunque la locomotora no llegó a la capital hasta abril de 1978, cuando fue instalada en el parque de La Marina.

Allí permanece durante 21 años, hasta que en febrero de 1999 fue desmontada para ser trasladada a la glorieta situada junto a la estación de trenes de Zamora. Previamente fue sometida a un intenso proceso de recuperación ante el notable deterioro que presentaba la máquina, muy dañada en los años anteriores por la falta de mantenimiento.

La restauración consistió en la limpieza de la chapa y la sustitución de los trozos más afectados. El lavado de cara también incluyó una sustitución de la tornillería y una capa de pintura. La máquina fue finalmente instalada en su ubicación actual el 2 de febrero de 1999, donde ha permanecido desde entonces y donde ahora será testigo de la llegada del AVE a la ciudad.