La pianista zamorana Elisa Rapado presenta esta tarde en la Biblioteca Pública de Castilla y León junto a su compañera, la mezzosoprano Pilar Vázquez, su primer disco, "No hay cantar sin amor", con canciones de Wagner, Mahler y Granados, producido por el sello británico Stone Records.

-¿Cómo nació la posibilidad de grabar "No hay cantar sin amor"?

-Este disco surge por una cuestión de visibilidad. A un grupo que toca mucho tiene más o menos relevancia, pero cuando grabas un disco te ven más. Necesitábamos dar un paso adelante y un empujón a esta historia.

-Llevan mucho tiempo trabajando juntas. ¿Tenían claro el proyecto desde el principio?

-Llevamos siete años trabajando juntas así que teníamos el objetivo definido, sobre todo a nivel de repertorio. Quisimos ir con toda la carne en el asador y hacer lo que haríamos si solamente grabásemos un único disco en nuestra vida. De entre todos los compositores españoles escogimos a Granados porque creemos que es el más afín a nosotras en cuanto a lenguaje musical, y también quisimos incluir a Mahler ya que representa lo que somos los dos. Además, incluimos algunas de Wagner porque sus obras son las que mejor muestran lo que hace mi compañera Pilar.

-¿Ha sido complicado que este primer trabajo vea la luz?

-Si no llega a ser por la Fundación Cerezales no lo hubiéramos grabado. Ahora mismo, cuando escribes a las discográficas te dicen que tu trabajo es muy bueno y muy bonito, pero no les interesa. En general, no hay ninguna que se arriesgue, por lo que tienes que estar muy seguro de dónde te quieres meter. La mayoría de los grupos españoles que más difunden sus grabaciones tienen su propio sello, y eso es muy revelador de cómo está el panorama musical. Por eso "exiliamos" el disco y hacerlo en Inglaterra, porque aquí en España habría sido imposible.

-El compositor español escogido fue Granados. ¿Por qué hicieron esa elección?

-La elección de Granados viene porque los discípulos del maestro Pedrell eran los únicos que eran wagnerianos y mahlerianos al mismo tiempo. Muchos de los críticos españoles de entonces no reconocían a Mahler, que era considerado poco más que un director de orquesta que componía música aburrida, y para Pedrell no, por lo que sus alumnos lo admiraban. El que más heredó esa pluma centroeuropea a la hora de escribir fue Granados y era el más afín a su lenguaje.

-Pese a su valía y reconocimiento internacional, Granados no es uno de los compositores más conocidos para el público español. ¿Valoramos poco el patrimonio musical de aquí?

-Tenemos un grandísimo complejo de inferioridad como músicos. Nos cuesta reconocer que los cuartetos de Arriaga son tan maravillosos como los de Mozart. ¿Cómo es posible que en el imaginario colectivo no esté tan presente Tomás Luis de Victoria como Cervantes cuando están a la misma altura cada uno en lo suyo? Tenemos que reivindicarnos más y sacarnos del armario de los complejos para decir que aquí también se han hecho cosas maravillosas.

-¿Hay mercado para la música clásica? ¿Se le está quitando la etiqueta de un género elitista o aburrido?

-Lo intento en mi trabajo en el conservatorio y lo hacemos a través de conciertos didácticos. Quizá no se haya trabajado lo suficiente y no se ha llegado a la gente joven, pero en los últimos diez años la presencia de las escuelas municipales y los conservatorios ha pegado un empujón importante, y tenemos que luchar por mantenerlo. Hay que dejarse la piel porque no podemos permitir que haya gente sin saber que si escuchasen "La Traviata" les encantaría. Necesitamos hacer un esfuerzo para sacar la música de sus escenarios habituales y hacerla accesible a todo el mundo.

-Además de pianista, es profesora de Conservatorio. ¿Se ven ya las trabas a los estudios de música y la reducción de horas en los colegios?

-Hace un par de años allí tuvimos los primeros casos de familias que, en función del instrumento que le adjudicasen a su hijo, lo matriculaban o no porque no todas pueden afrontar el gasto, por lo que se inventaron fórmulas para que nadie lo dejase. Ojalá no permitamos que se pierda talento por el camino, pero las voluntades no va por ahí. Al igual que en la generación de nuestros padres se perdieron músicos o escritores porque no pudieron estudiar, nosotros veremos a niños que no podrán desarrollar sus talentos, y saberlo hoy en día es algo terrible.