El escritor Jesús Ferrero acaba de publicar una novela titulada "Nieve y Neón". En esta nueva publicación el autor retoma el personaje de la detective Ágata Blanc y nos aproxima a su adolescencia en una ágil trama ambientada en la ciudad de Berlín.

-¿Cómo gestó su último libro "Nieve y Neón"?

-Fue naciendo gradualmente en mi cabeza. Primero conocí Berlín, y después fue apareciendo Ágata Blanc montada en una bicicleta, el vehículo que utiliza para desplazarse. En las anteriores entregas Ágata era adulta y contaba con cierta experiencia. Ahora al hablar su adolescencia quien haya leído los otros libros la comprenderá mejor.

-Al personaje central Ágata Blanc, tras haberla ubicado con anterioridad en España o Francia, la sitúa en Berlín, donde discurre la mayor parte de la novela. ¿Qué ha impulsado a situarla en esta ciudad en el momento de la caída del Muro?

-Su condición de ciudad dividida, con su parte de luz y su parte de sombra.

-Usted ¿conoció de primera mano ese momento en la ciudad alemana?

-Sí, estuve en el invierno de 1987. Aún no había caído el muro y Berlín Oriental era una ciudad tan detenida en el tiempo que no te lo podías creer. Todavía se veían por todas partes las huellas de la guerra.

-En la novela realiza una radiografía de la mafia y describe ambientes como el de la drogadicción, en definitiva aproxima a los más bajos fondos de la urbe.

-No creo que las drogas sean algo fundamental en "Nieve y neón", son simplemente una cosa más en un mundo en el que resulta muy fácil caer en las garras de la corrupción, que son unas garras bastante diabólicas.

-En los capítulos presenta unos personajes que oscilan del bien al mal. ¿Por qué?

-Porque se trata de una oscilación universal, esa oscilación no solo esta en los personajes de "Nieve y neón", también está es usted y yo. Está en todos. Concebí la novela como una especie de comedia humana con personajes muy distintos que interactúan. En uno de los personajes aludo al mito de Fausto, Yaquio es un universitario que está cansado de estudiar, como Fausto, y que quiere disfrutar de los placeres más elementales de la vida.

-Además de hablar del Berlín de finales de los 80 presenta la familia que rodea a Ágata Blanc. Plantea un entorno que dista mucho de ser una familia convencional.

-Tenía claro que un personaje como Ágata Blanc tenía que surgir de una familia complicada y de una moral ambigua.

-Describe una joven formada por la vida, una hija del mundo que tiene unas vivencias que quizá distan de las características de la juventud actual.

-No lo creo, las adolescentes de ahora se parecen mucho a Ágata Blanc. Puede que hayan sido muy arropadas por sus padres, pero eso no las ha despojado de cierto espíritu salvaje.

-En esta formación de Ágata ¿existe cierto paralelismo con su propia vida?

-Muy vagamente. Yo no me eduqué en una familia como la de Ágata Blanc, si bien tuve una infancia muy viajera.

-Esta es su tercera novela negra con Ágata como protagonista, ¿habrá más? y ¿qué interesa de este género como escritor?

-Habrá más, porque solo es una trilogía con este personaje. Lo fascinante cuando te planteas una serie es que vas conociendo cada vez mejor al personaje. Sigues su lógica, y esa lógica te sorprende. Es como si el personaje empezase a tener vida propia.

-En los últimos años las novelas policíacas en este país parece que viven una buena acogida entre los lectores.

-Es un género que está de moda desde los años setenta del siglo XX, y puede que haya pasado por mejores momentos.

-Usted imparte talleres de escritura. ¿Qué perspectiva de la escritura logra el autor con esta actividad?

-Enseñas a leer novelas como lo haría un profesional, analizando todas sus esquinas y subrayando la idea general.

-Usted ha residido en París y ha estado en la sala Bataclan ¿cómo la conoció y que recuerdos tiene de ese local?

-Lo conocí gracias a algunos emigrantes zamoranos que eran amigos de Tábara de mi madre. Ellos me llevaron al Bataclan en mi primer año en París. Era un lugar rebosante de calor y a veces conflictivo. Ahora debemos de seguir con nuestra vida diaria porque vivir permanentemente sometidos a la conciencia de la muerte sería lo mismo que habitar el infierno.

-Usted ha estado vinculado a la industria del cine como guionista, una industrial maltratada en los últimos años y que ahora protagoniza el denominado fraude del taquillazo en el que presuntamente numerosos cines españoles llevan años simulando pases de películas.

-Bueno, la economía del cine ha sido siempre muy oscura, oscurísima.

-Estamos a las puertas de comicios nacionales ¿qué pediría al gobierno que ostente el poder?

-Le pediría se fije en la clase media, una clase que no quiere que se derrumbe el estado de bienestar y que aspira además a recuperar lo que ha perdido. En el ámbito cultural debería tener presente a la industria editorial.

-¿En qué proyectos está inmerso en estos momentos?

-Siempre estoy enfrascado en algún proyecto, pero cuando las cosas están todavía en período de gestación prefiero no hablar de ellas. Siento que si hablo se va a evaporar una cierta fuerza, una cierta intimidad con los personajes. Algo parecido a traicionar un secreto.