"Lo más seguro es que la muerte" del pastor búlgaro "no fuera inmediata, sino por inconsciencia y ahogamiento o directamente por sumersión" en el agua del pozo de la finca del ganadero de Santa Cristina de la Polvorosa, Juan Carlos B.R., que confesó el crimen, ocurrido el 14 de febrero 2014. La otra posibilidad es "la asfixia, como estrangulamiento, o sofocación". La que descartan los forenses es la "lesión vital" en la cabeza, que no tenía hundida como el procesado declaró en el juicio con jurado que sigue la Audiencia Provincial. La magistrada entregará hoy el objeto del veredicto al tribunal, que se retira a deliberar y estará incomunicado hasta decidir si el industrial cometió homicidio o asesinato y si la viuda del pastor lo encubrió.

"Ni que sí ni que no". Así de imprecisa fue la respuesta de los forenses a la pregunta de si podían afirmar que la muerte del pastor, A.O., fue antes de que Juan Carlos lo arrojara al pozo. La imposibilidad de establecer con exactitud de qué forma muere (si ahogado o no), dado el avanzado estado de descomposición del cadáver y parcialmente calcinado, llevó al abogado del acusado a abandonar la línea de defensa de la absolución: "Yo pido que se le condene, pero por el delito que corresponda". A su entender, por un homicidio imprudente a dos años de cárcel porque "le golpea sin intención de matar", "para quitarle un cuchillo"; o a siete años y medio por homicidio, si se descarta la imprudencia, la mitad de los 15 años que exige la Fiscalía por asesinato.

La acusación particular mantuvo la petición de 20 años por asesinato para el industrial y para la viuda del pastor y actual pareja sentimental del ganadero, Sonia K., su cómplice. El abogado de esta exigió la absolución por falta de pruebas, mientras la fiscal solicita tres años de cárcel por encubrir y proteger al ganadero, su pareja desde primeros de marzo de 2014. "Malo o bueno, ¡le mataron y le mataron!"; el ganadero "le ató como a las ovejas, le metió piedras y le echó al pozo, le echó cal" y después le sacó del agua y "le quemó", espetó la fiscal, Belén Fernández Vizán.

"Bajo la mirada de ella"

La alevosía está clara, abundó la fiscal, que insistió en que el pastor "es quien ya no podrá vivir, ver a sus hijos". Así, pues hubo asesinato: el procesado "le hizo desaparecer como si fuera un parásito, un animal y todo bajo la mirada de Sonia". Si la mujer sufría malos tratos, "no es motivo para ventilarlo, para asesinarlo", sostuvo la fiscal que advirtió que su único interés es "que la verdad salga a la luz". Reiteró que el ganadero "no sabía si estaba muerto al echarle al pozo por miedo o por lo que fuera". Como había indicado la forense minutos antes, "podía haber llamado al 112" en lugar de tratar de tomarle el pulso y decidir que había fallecido. "No pongo en duda que ella sufriera, pero no fue capaz de denunciar y lo sabía, estuvo 6 meses con Juan Carlos", "aunque no ha ido a verle a prisión", "lo consintió, lo aceptó porque ya no le pegaba".

La fiscal apuntó que la mujer provocó el encuentro de los dos hombres y que si la víctima le dijo al ganadero "a ti también te voy a matar", si estaba "desenfrenado, es porque se había enterado de que estaban liados". Acusó a los imputados de ser dos actores, "no se fíen de nada y decidan" según su criterio, instó al jurado, y habló de "premeditación, no sabríamos dónde estaba el pastor si los vecinos no ven las señales del humo" cuando el ganadero le quemó.