"Soy vasco... ¡lo llevo en la sangre! Lo demás es cuestión de arrojo", bromea el cocinero Alberto Santano, que se pone al frente de los fogones cada día para servir comida a los zamoranos. "Gente mayor, viudos y divorciados -en masculino-, funcionarios y personas que viven solas" son sus clientes más fieles. Están orgullosos de ser "los únicos que ofrecemos este servicio en Zamora" para vender comida preparada a personas particulares "con alimentos frescos que les llevamos a la puerta de su casa". Llevan en el vivero de empresas año y medio, y la idea "surgió al ver que existía una necesidad por parte de la gente mayor que tenía esa carencia". Santano, que hasta el momento se había dedicado a las telecomunicaciones, hizo realidad su vocación a través de Decazuela, con menús que varían "todos los días".

Felisa Casas lleva apenas cuatro meses en el vivero de empresas de la Aldehuela. Para ella, las instalaciones han supuesto un punto y aparte en su trayectoria profesional. Después de años dedicada a la construcción, la crisis le obligó a poner punto y final a su empresa. Sin embargo, supo sacar provecho a la situación y se dedicó a estudiar para abrir su propia clínica de osteopatía en una de las oficinas del vivero. "Tengo desde bebés hasta personas mayores con más de 80 años y quien viene repite", explica. Su intención es continuar en las instalaciones porque "aquí estoy muy bien, hay aparcamiento y es un sitio accesible", indica. La oficina es amplia y luminosa y su decoración, cuidada al extremo para que "el cliente que entre se sienta bien, a gusto y salga mejor de lo que vino", explica la viverista.