Emanuel Fernández, nacido en París e hijo e emigrantes de Granja de Moreruela es un parisino más que cada viernes sale de la oficina donde trabaja como consultor en la Rue Charonne para tomar unas copas con sus compañeros en una zona muy frecuentada por gente joven. Pero el viernes 13 de noviembre nada transcurrió como parecía anunciar la noche bonancible del otoño parisiense.

-¿Ha podido asimilar lo vivido la noche del viernes?

-Sigo en estado de shock. Nunca piensas que te pueda pasar algo así. Yo trabajo en el número 5 de la Rue Charonne. Es un barrio lleno de restaurantes, de bares, muy cómodo, como un pueblecito, y lo habitual es que esté lleno el fin de semana. También es una zona con muchas oficinas y comercio. Está cerca de la plazas de la Bastilla y la República. La mayoría de las personas que la frecuentan tienen entre 20 y 30 años, gente muy parisina, que sigue la costumbre de salir a cenar y tomar algo en una de las típicas terrazas de la ciudad. Nosotros hicimos eso mismo. Al salir del trabajo nos fuimos a uno de los bares de esa calle.

-Incluso frecuentaba la sala Bataclan.

-Estuve en ella hace solo quince días, en una fiesta que se organizó por Halloween. Bataclan es un sitio muy conocido. Hace muchos años los emigrantes españoles iban a bailar a esa sala y hoy está dedicada a organizar fiestas y conciertos para gente joven.

-¿Qué les alertó la noche de los atentados?

-Empezamos a ver un auténtico desfile de coches de bomberos, policías, ambulancias, militares... Era evidente que aquello no era normal. Y nos enteramos por la tele del bar. No oímos explosiones ni tiroteos, estábamos a unos 300 metros de Bataclan. Había buen ambiente y el bar estaba lleno porque había una pequeña representación de teatro, pero cundió el pánico, hubo gente que salió corriendo. El dueño del bar recogió la terraza, cerró la puerta y nos quedamos dentro del bar unas 50 ó 60 personas. La policía nos recomendó que no saliéramos porque podíamos correr peligro.

-¿Pudieron tranquilizar a sus familiares?

-Yo estaba con un compañero y un amiga. Lo primero que hicimos fue llamar por teléfono a nuestra familia. Recibí muchas llamadas de España porque saben que me muevo mucho por aquella zona. Pero la gente intentaba apoyarse anímicamente. Vimos también el mejor lado del ser humano, en medio de un tremendo desconcierto. Te preguntas ¿qué ha pasado? Un tiroteo en el barrio, tantos muertos... Nos enteramos también de los kamikazes en el estadio durante el partido Francia-Alemania. Teníamos miedo. Intentábamos protegernos, apoyarnos anímicamente.

-¿Pensaban que realmente sus vidas corrían peligro?

-Sí, te das la vuelta y no sabes si habrá alguien más que ande por ahí matando a víctimas inocentes. Teníamos la sensación de que nos podía tocar, de que podía haber más asesinos por el barrio. Era pánico, miedo, estado de shock. Te preguntas qué hacer, es un sentimiento muy particular.

-Desde el atentado contra la redacción de Charlie Hebdo Francia reforzó considerablemente la prevención contra posibles atentados terroristas. ¿Temían que podía pasar algo así?

-Para mí hay cosas de difícil explicación. Se trata del mismo barrio donde está la redacción de Charlie Hebdo, para empezar. ¿Cómo puede ser que no se pueda controlar y que siete u ocho kamikazes salgan así, a matar? ¿Con todos los adelantos y los medios que tenemos hoy en día no hay manera de pararlos? Era tremendo ver las imágenes, los asesinos eran gente muy joven que disparaban a las personas como si estuvieran en un campo de tiro, como si enfrente no tuvieran a seres humanos.

-¿Cuándo pudisteis volver a casa?

-Primero pensé en buscar refugio en la oficina. Sobre las tres de la mañana nos dijeron que podíamos salir. El dueño del bar cerró y comencé a caminar a ver si encontraba un taxi, no había ningún medio de transporte. Hasta que un taxista se acercó a mí y me preguntó dónde iba. Le dije que trataba de llegar a casa y me llevó. Esa noche los taxistas trasladaban a las personas sin cobrar nada.

-¿Ha logrado dormir algo?

-Poco, no hago más que dar vuelta, las escenas de la televisión me devuelven imágenes que no voy a olvidar.

-¿Cómo amaneció París?

-Desierta, como un domingo de Navidad, no hay prácticamente nadie por la calle. Todo el mundo está en sus casas. Todo muy calmado cuando lo habitual es que la mañana de un sábado esté muy animado.

-¿Acudirá a los actos de repulsa que han sido convocados?

-Hay que salir a la calle y gritar ¡Basta ya! Francia entera va a reaccionar así estoy seguro. Son muchos muertos, muchos jóvenes.

-¿Tiene miedo ahora?

-Está todo muy reciente, pero claro, la vida sigue. Sin olvidar los riesgos, pero debemos continuar adelante. Porque lo contrario es justamente lo que quieren los terroristas. No debemos permitir que nos coaccionen a nosotros ni a nuestros hijos.