La organización de productores de energía fotovoltaica aseguran que los pequeños inversores, la mayoría de los que hay en Zamora, "ya han sufrido unos recortes de más del 50%" que puede llegar a incrementarse en otro 20% extra "si el bono español mantiene los niveles actuales". La mayoría de los productores de energía fotovoltaica, alrededor de un millar en la provincia de Zamora, son pequeños inversores que se lanzaron a la producción de esta fuente de energía al abrigo de la rentabilidad prometida en la legislación. Ahora la situación ha cambiado y muchos de ellos no son capaces de obtener rentabilidad e incluso tienen graves pérdidas en determinados casos.

La organización de productores fotovoltaicos, Anpier, la mayoritaria en el sector, argumenta que la influencia del bono español en la rentabilidad de las plantas fotovoltaicas es una de las caras ocultas de la última reforma energética, que ha levantado en armas al sector. "La rentabilidad de las plantas está ahora condicionada a la evolución de la cotización de los instrumentos soberanos de la deuda", apuntan los productores de energía solar. A partir de esa cotización, aseguran desde Anpier, "se reconoce un diferencial de rentabilidad de trescientos puntos básicos con el objeto de que la tasa de retorno a lo largo de toda la vida útil de la instalación sea del 7,5%".

La advertencia sobre este recorte adicional, recoge Europa Press, ha sido lanzada por el presidente nacional de Anpier, Miguel Ángel Martínez-Aroca, y recogida con resignación entre los productores fotovoltaicos zamoranos. Entre otras cuestiones, Anpier aprovechó la II Jornada Internacional organizada por la asociación (a la que también acudieron representantes de la provincia) para abordar la inseguridad jurídica que, a su juicio, tienen los productores españoles en comparación con los de otros países europeos.

En el caso de España hay más de 62.000 familias (un millar en Zamora, un elevado número teniendo en cuenta la población de la provincia y al que se ha llegado por las buenas condiciones climatológicas existentes) que "se han visto afectadas por los recortes a la retribución fotovoltaica", una circunstancia que, según las declaraciones de Anpier recogidas por Europa Press, "contrasta con la certidumbre jurídica que se ha defendido en otros países europeos".

La asociación de productores asevera que los cambios regulatorios que se han llevado a cabo en "todos los países europeos no han tenido carácter retroactivo, incluso en Grecia a pesar de la situación de crisis que se ha atravesado".

Lo cierto es que, defienden desde Anpier, la inseguridad jurídica ha sido la principal causante de la situación que hoy viven en la provincia las plantas de energías renovables. Si la instalación de pequeños parques fotovoltaicos por parte de pequeños inversores se hizo habitual hace unos años, es un hecho que ahora la actividad en este sentido se ha visto prácticamente reducida a la nada.

También hay que recordar, a la hora de hablar del coste que supone el mantenimiento de un parque, que hay productores que, por haber inaugurado antes sus instalaciones, ya las han amortizado. "En este punto, aunque el recorte duele, es mucho más llevadero", reconocen desde Anpier. El principal problema lo tienen aquellos que aún no han rentabilizado su inversión y que, en muchos casos, tienen deudas con los bancos. "Los cambios regulatorios pueden llevar a mucha gente a la ruina", aseguran los productores fotovoltaicos.

La situación que se vive en lo relativo a la energía eólica es similar. Zamora es una de las provincias líderes de la comunidad en lo que se refiere a producción de energía eólica. Según Apecyl, la organización más representativa dentro del sector eólico regional, la provincia cuenta con treinta parques eólicos en funcionamiento que producen una potencia total de 568,91 megavatios. Sin embargo, el boom de la construcción ya pasó y ahora no hay ninguno nuevo en marcha. No obstante, también hay que subrayar que la inversión de un parque eólico poco tiene que ver con la de la energía fotovoltaica, pues es muchísimo más costoso y asumible solo por parte de grandes empresas.