Las Jornadas de Otoño organizadas por la Fundación Científica Caja Rural de Zamora se abrieron anoche con la intervención de Jesús Román, presidente de la Fundación de Alimentación Saludable y profesor de la Universidad Complutense, que expresó los beneficios d la dieta mediterránea en su ponencia "Vivir más años, más sanos con una dieta saludable".

-Hace unas semanas, la OMS dio la alerta en relación con el consumo de carne roja y procesada. ¿Hay una razón real para alarmarse?

-Más que alarma social, la polémica viene de que la gente no sabe leer. La advertencia es de hace años, primero por el riesgo cardiovascular que suponen las grasas saturadas que tienen las carnes rojas y los productos cárnicos. Los especialistas llevamos años diciendo que debería reducirse su consumo y que, en la dieta mediterránea, se debería comer más fruta, verdura, legumbres o carnes magras. Ahora lo han declarado más explícitamente por el riesgo real de que su consumo excesivo aumente las posibilidades de desarrollar cáncer de colon, pero comiendo de manera normal y saludable, el riesgo es mínimo. Lo que no se puede es vivir a base de chuletones y de salchichas, pero eso no es nada escandaloso y nadie tiene por qué sentirse atacado.

-Pese a no ser nada nuevo, en las últimas semanas, ha sido el centro de atención mediática.

-Todo el mundo enloqueció, pero diez días después nadie se acuerda ya. La gente sigue comiendo lo que quiere, así que la preocupación real es mínima y estos escándalos tienen poca trascendencia. Es algo publicitario de los medios que no afecta realmente ni al consumo ni a los hábitos. Se come mal y ese es el principal problema.

-¿Es peor la carne procesada de las cadenas de comida rápida que la roja que se compra en el mercado?

-Sí, ya que estos productos están hechos con grasa, que es lo que da más sabor y lo más barato. Es decir, es más fácil hacer productos procesados más grasientos y más ricos en ciertos conservantes, que son legales y no dan más problemas siempre y cuando no vivas a base de ellos. Los productos procesados son los que más grasa tienen y no precisamente procedente de productos buenos como el aceite de oliva, sino de la peor calidad. Esporádicamente se pueden comer, pero desde luego no es algo que se deba tomar todos los días, y ahí no hay discusión. Sin embargo, no es un problema de comida rápida, sino que tiene más que ver con la dieta mediterránea. La gente tiene que olvidarse de las prohibiciones y centrarse en las obligaciones, es decir, tomar más fruta, más verdura, más legumbres, más pescado... Ese es nuestro problema, pero es más "escandaloso" el argumento de que algo da cáncer que el de todas las recomendaciones que llevamos haciendo años.

-¿Las prisas de la sociedad moderna hacen que comamos peor que antes, aunque entonces se tomasen más grasas?

-La clave está en que antes se hacía ejercicio físico y ahora no. Es cierto que se comía "peor" o más graso y ahora tenemos más opciones para comer sano, pero optamos por lo más procesado y además no nos movemos de la silla. El ejercicio es equiparable a la dieta y si no hacemos deporte, no hacemos nada.

-¿Se pueden prevenir las enfermedades con lo que tenemos en la nevera?

-Es cierto que en el caso del cáncer podemos saber factores de riesgo: la carne roja, fumar, el humo, el alquitrán.. Pero los antídotos de eso se llaman fruta, verdura y legumbres. Ya que no nos queda más opción que tragar humo del autobús, tengamos al menos buenos antioxidantes.

-¿Cuáles son las principales bondades de esta dieta mediterránea?

-Todos son ventajas, desde más longevidad a menor obesidad pasando por menos riesgo de alzheimer, párkinson, de enfermedades cardiovasculares... Y es algo muy demostrado y contrastado, a diferencia de otros productos que no se sabe a ciencia cierta si provocan cáncer o no.

-Ahora proliferan programas de cocina que venden también los hábitos de vida saludable. ¿Los espectadores se quedan con el espectáculo o el mensaje cala poco a poco?

-De momento solamente nos quedamos en el espectáculo y la parte de salud no tiene demasiado eco. Solamente hay que ir a los restaurantes, llevados por cocineros profesionales, y ver lo que nos encontramos en la mesa, también en los comedores de empresa o en los escolares.

-¿Cuáles son sus recomendaciones para llevar una dieta saludable?

-Lo más importante es sentarse dos minutos los fines de semana para decidir qué se va a comprar y a comer durante los días siguientes. Si no compras lo que necesitas, no vas a cocinar un pescado que no tienes y acabas por comer salchichas con tomate. No pasa nada porque un día un niño tome un bollito, pero no a diario.

-¿Cree que se educa bien a los niños en ese aspecto?

-En absoluto. Para hacerlo, tendría que haber un programa adecuado en las escuelas y en las familias y eso no existe y los niños comen lo que quieren o pueden. Llevamos muchos años pidiendo que en las escuelas haya una asignatura de salud y los pequeños sepan que hay que lavarse los dientes, comer bien, beber mucha agua... Son cosas esenciales, fáciles y baratas que no se hacen. Es algo que se arrastra y por eso en España ya tenemos la mayor tasa de obesidad infantil.