Revuelto anda el patio entre un PP al que los augurios de los chamanes en las encuestas anuncian un reparto de escaños lejos de la placidez de las mayorías absolutas. La aspiración común no es ser cabeza de ratón sino cola de león... de las Cortes, claro. El flamante vicesecretario de Organización, Fernando Martínez Maíllo, ha hecho ondear la seña bermeja desde su despacho en Génova y anda cortando el bacalao de unas listas que han dejado como secundarios a ministros, al inefable Montoro, al que su locuacidad mediática de última hora no ha debido beneficiarle mucho en la poca simpatía que le tenían por Sevilla, o a la vallisoletana García Tejerina que ha tenido que ceder ante el sempiterno Tomás Burgos en su tierra de origen.

Maíllo, cual ariete de Viriato, ha tenido que vérselas con los barones rebeldes con causa, como Juan Vicente Herrera, que el lunes sellaba en tierras charras, territorio de Fernández Mañueco, fiel maillista, "la paz de Béjar" con Rajoy. Esta vez los reflejos eran todos de flashes, ningún espejo para no echar sal en las "leales" heridas infligidas meses atrás. En la región encuentra acomodo otro de los vicesecretarios de última hornada, el palentino Pablo Casado, intentando borrar el rastro de cunero haciendo de Ávila su residencia habitual. Y por supuesto, Maíllo, número 1 de Zamora en una lista de diseño propio tras el cursillo acelerado de corte y confección recibido en Génova, 20. El cunero Calvo Sotelo, secretario de Estado que hace cuatro años fue número 2, anda probándose traje en la complicada candidatura por Madrid, cuajada de ilustres y encabezada por Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría.

Madrid y Galicia son los dos únicos territorios en los que el presidente nacional se ha metido en harina. Maíllo y la resucitada Cospedal le han ahorrado a Rajoy un gasto extra en paracetamol en estas lides de cuadrar el círculo del poder. El zamorano reparte aguja e hilo por lo que pueda pasar el 20-D, tanto si da como para hacer un traje de alta costura como si hay que remendar de urgencia de producirse desgarrones en las urnas. Las tijeras siguen afiladas entre los votantes decepcionados y los que se han quedado en la cuneta. Este va a ser el primer diciembre de la historia con papeletas que superan en morbo al sorteo del Gordo de Navidad. Y ojo que aquí se llevan más las pedradas que las pedreas.