Solo un año después, el escándalo se apodera del Vaticano. El antiguo mayordomo de Ratzinger, Paolo Gabriele, es condenado a 18 meses de cárcel en el Estado por robar información comprometedora para el santo padre y facilitar documentos con los que un libro denunciaría la corrupción que gobierna la Santa Sede. El suceso, conocido como el primer «Vatileaks», marca la renuncia de Benedicto XVI y abre las puertas a un nuevo pontífice llamado a revolucionar la Iglesia: el argentino Jorge Mario Bergoglio o simplemente, Francisco.

El papa no solo ratifica su confianza en Vallejo Balda para continuar con las finanzas, sino que nombra el expárroco de Pedralba secretario de la Comisión Pontificia para la reforma de la Curia en 2013. Francisco busca un cambio radical en la filosofía de gastos. La «vieja guardia» estará enfrente.

Dos años más tarde, la amenaza se cierne contra la Iglesia. Otros dos libros, «Vía Crucis» de Gianluigi Nuzzi, y «Avarizia», de Emiliano Fitipaldi, desafían a la Santa Sede con poner sobre la mesa «las cartas que revelan la riqueza, los escándalos y los secretos» de la institución más poderosa del mundo. Presuntamente, «alguien ha traicionado la confianza» de Francisco al entregar documentos sensibles. El segundo «Vatileaks» tiene nombre propio: Lucio Ángel Vallejo Balda, el apuesto cura rural de la Sanabria de los noventa.

El Día de Difuntos, dos de noviembre pasado, el escándalo se confirma. Vallejo Balda es detenido junto a la seglar Immacolata Chaouqui, otra supuesta miembro del Opus Dei de 33 años, que había trabajado como consultora para la reforma económica vaticana. El cura natural de La Rioja ocupa desde entonces la misma celda visitada en su día por Paolo Gabriele, el primer «Vatileaks».

El fenomenal lío que se ha ido desenvolviendo desde el pasado lunes, acentuado el jueves con la publicación de los libros que amenazan al Vaticano, no ha parado de generar interrogantes. Frente a la creencia inicial de tanto «Vía Crucis» como «Avarizia» cercan la gestión de Francisco, aparece una versión alternativa: las publicaciones ¿cuestionan las finanzas del papa o lo ayudan a denunciar los presuntos desmanes de la economía santa?

«Si le llega nuestro mensaje, solo queremos decirle que hay gente que confía en él»

Un cuarto de siglo más tarde, los jóvenes Ana Piriz y Juan Carlos ya son adultos, residen en Zamora y han tenido un segundo hijo. Para ellos, no hay duda. «De una persona que lo único que hizo fue intentarnos ayudar dudamos que sea cierto todo lo que se dice. Él solo ha querido que sepamos lo que pasa allí dentro», aseveran con firmeza. El matrimonio confía en aquel «joven revolucionario» de Pedralba a quien le gustaría transmitirle „desde la lejanía y en circunstancias muy diferentes a las de entonces„ que «confiamos en él» porque, al fin y al cabo, «puede que sea la víctima y no el culpable». «Yo no creo en la Iglesia, pero en él sí», añade Ana. Para ella, Lucio Ángel Vallejo Balda, el «contable de Dios», «es la única Iglesia en la que creemos».