"Era la primera vez que iba a visitar un pueblo abandonado y no sabía qué me iba a encontrar. Entré en una casa vieja para hacer fotos y comencé a escuchar pasos en la planta de arriba. Me quedé helado: llegué a pensar que los fantasmas existían. Entre las sombras, apareció una figura. No era un espectro, solo una hippie". Experiencias como esta han inspirado el libro "Pueblos fantasma de Zamora", una guía de viaje por la Zamora en ruinas que arrasa en Facebook? y aún no está en las librerías.

La idea es tan cautivadora y la fecha de Todos los Santos tan sugerente, que quizá por ello Jairo Prieto, el autor del trabajo, logró reunir a más de medio millar de seguidores en las redes sociales en solo tres días. Tal expectación contrasta con el ritmo al que se ha ido gestando el libro. La historia que subyace bajo las páginas de la publicación que sale a la luz este martes (Editorial Semuret) es propia de una fábula.

Diez años atrás, Jairo dejó Madrid para venirse al pueblo, en Sanabria. "Un amigo de la zona que buscaba un tesoro me enseñó qué eran los castros, los restos celtas, las construcciones romanas? Seguí la aventura por mi cuenta; cogí papel y boli y recorrí las zonas rurales preguntando a la gente si se acordaban de pueblos desaparecidos, abandonados". El joven afincado en Sanabria no pensaba aún en escribir un libro -ya había publicado uno bajo el título "Sabidar"-, pero comenzó a dar a conocer los reportajes de pueblos fantasma en la revista mensual Mercado de Sanabria. Al final, Jairo ha reunido cincuenta.

La ruta del miedo empieza en el poblado de Castro. "La primera vez que fui me quedé impresionado. Un pueblo tan grande, un hotel, el cuartel, un frontón, campos de tenis, dos piscinas, una iglesia? aquello estaba completamente abandonado en medio de la nada", explica el joven. En efecto, la visita del pueblo que murió cuando nació la presa no deja indiferente a nadie. Las estancias inertes de las viviendas, el vacío de la iglesia, la vegetación abriéndose camino entre los escalones? Poco hay que decir si quien visita el lugar? lo hace de noche.

El viaje de los valientes continúa en el poblado minero de Almaraz. "Las viviendas están en ruina, los tejados se han caído? pero allí lo que impresiona es el paisaje, el Duero, las cuevas y las cascadas, un entorno que es precioso, mágico", explica Prieto.

La próxima parada es un lujo escondido en La Culebra: Santa Cruz de los Cuérragos. "Es un ejemplo emblemático del libro. Santa Cruz está ahora habitado, hay una casa rural, pero en otro tiempo no lo estuvo. La gente que ha regresado lo ha devuelto a la vida", defiende. La arquitectura tradicional, la frondosa vegetación y la cercana compañía de los ciervos que se atreven a pasear por allí convierten sus calles en escenario de un relato de terror propio de Edgar Allan Poe.

Es en las montañas, en particular las de Sanabria, donde Jairo Prieto se ha encontrado con más sorpresas. "En la montaña es más fácil que los pueblos se abandonen porque el acceso es más complicado", asevera. De ahí que muchos de esos 50 municipios seleccionados pertenezcan a la comarca donde reside el autor. Las páginas hablan de Parada, núcleo olvidado junto a Requejo. Dornillas, Pobladura del Valle, Las Trabazas, El Villar, Fuentebuena? aderezan esta "guía de viaje" por la Zamora olvidada. "Los vecinos de los pueblos me han ayudado a encontrar estos sitios que no aparecen en Google y yo mismo he podido hallar los restos, muros caídos, tejas rotas".

Todos estos ingredientes explican que alguna de las entradas en Internet que Jairo Prieto ha ofrecido a los lectores como "semilla" haya superado las 15.000 visitas en pocos días. "He abordado un tema latente, con mucho potencial, porque a todo el mundo le gusta que hablen de su pueblo, de la tierra donde se criaron nuestros abuelos", argumenta como explicación a las expectativas levantadas.

Solo cabe preguntarse si el autor de "Pueblos fantasma de Zamora" ha sentido miedo durante esta aventura. "Miedo no, a veces misterio, incertidumbre, un ligero "repelús". La mayoría de los pueblos desaparecieron por causa de la peste, las inundaciones o la lejanía. Cuando eso ocurría, a esos pueblos les ponían la cruz, eran tabú, se volvían malditos". Quizá ahí radique el éxito de la propuesta que llega cuando recordamos a todos aquellos habitantes de una Zamora lejana, desconocida, fantasma.