-Entre la Alcaldía y el Parlamento acumula 20 años en política, a la que llegó desde el mundo de la banca. Ni siquiera estaba afiliado al PP en 1995. ¿Qué le ha mantenido enganchado tanto tiempo a algo que se planteó en su primer mandato de alcalde como una aventura?

-Mi vida profesional ha sido así. Llegado un momento, me planteaba cambiar. En la banca tuve varias etapas que fui quemando sucesivamente hasta que mi amigo de la infancia, Alfonso González de las Heras, que era el presidente del comité electoral , me ofreció la posibilidad encabezar las listas al Ayuntamiento. En un primer momento dije que no. Al final, lo asumí como una aventura. Fue una decisión dura, a mi familia le costó asumirlo, ya que era un cambio trascendental en mi vida. No tenía experiencia, nunca había estado en política, pero iba cargado de ilusión.

-¿Ha podido mantener la misma ilusión durante veinte años?

-Sí, pero las experiencias que acumulas, la edad, hace que todo vaya decayendo. Y cuando notas que ese tiempo ha llegado, es el momento de dejarlo.

-¿Se mantendrá como militante de base?

-Sí, yo me afilié al PP en el momento en que acepté la designación como candidato a la Alcaldía. Y me mantendré a disposición del partido para seguir trabajando. No hay razón para no seguir como militante de base.

-¿Hay algo que no repetiría de volver a empezar mañana?

-En mis circunstancias, quizá no debí presentarme al Senado siendo alcalde. La Alcaldía requiere dedicación total, pero me pudo la tentación de ir a Madrid, donde se deciden todas las ayudas, todos los fondos que podía traer para Zamora.

-¿Qué ha aprendido de la política?

-Que hay que ser tolerantes, sobre todo en la política más de a pie, que es la municipal. Te toca aguantar de todo, hasta impertinencias, pero lo asumo. Es lo que toca y las críticas son razonables. Por otra parte, esa experiencia te hace ser más generoso, aprendes a hacer más concesiones. La auténtica escuela de la política es la experiencia municipal. Todo el que aspira a un cargo debería pasar antes, como mínimo, por una concejalía, para aprender la importancia de la proximidad de la gente.

-La falta de cercanía es algo que se les achaca a los políticos por parte de los ciudadanos.

-Creo que hay políticos mejores y peores en ese aspecto. Siempre ha habido de todo, no es algo de ahora. En mi caso, siempre valoré esa posibilidad del contacto con la gente que te permitía el Ayuntamiento, sobre todo en una ciudad pequeña como esta, donde es fácil conocer los problemas de los vecinos. A mí la política me ha dado mucho, muchas satisfacciones. También disgustos, pero esos no los recuerdo. A mí no me importaban las horas ni los domingos y festivos. Y conmigo iban mis concejales, que ha sido fundamental, creo que siempre elegimos bien los equipos y todos participaban de esa ilusión de la que le hablaba antes. Se dejaban la piel, no hacía falta exigirles, porque estaban muy motivados.

-¿Con su despedida, expresando que "hay que dejar sitio a los jóvenes", ha querido dar una lección de esa renovación sobre la que tanto hablan partidos como el suyo?

-Debemos mentalizarnos sobre la necesidad de agilizar los relevos en los cargos públicos. Eso es lo que exigen estos nuevos tiempos. Cuando dije que había que dejar paso a los jóvenes estaba manifestando lo que realmente siento: deben entrar aquellos que tienen mayor ilusión, con mayor capacidad de empuje.

-¿Y a usted le parece que los nombres que se barajan para la lista del PP en las elecciones generales encaja con esa renovación?

-Fernando Martínez Maíllo es joven, pese a que tenga una experiencia dilatada porque empezó muy joven. Claro que encaja con esa renovación acertada por parte de Mariano Rajoy cuando lo ha nombrado vicesecretario de Organización. Su presencia junto a la de Pablo Casado o Javier Maroto encajan en ese nuevo perfil que la sociedad demanda.

-En esa despedida pidió perdón por los errores que pudiera haber cometido. ¿La operación del edificio municipal es uno de esos errores?

-Si hubiera sabido lo que iba a pasar?Pero no lo considero un error. La decisión se tomó con la determinación clara de que se trataba de una operación viable, importante para la ciudad y para el futuro del Ayuntamiento como organismo. No fue un invento de cuatro personas, se implicó mucha gente y que contó con el visto bueno de los técnicos municipales y la fórmula a aplicar, de renta con opción a compra, fue sugerida por los propios técnicos porque, sobre todo, no computaba como deuda para el Ayuntamiento, lo contrario hubiera puesto en serios apuros al siguiente equipo de Gobierno. Aquella operación se hizo con conocimiento de todo el mundo, pasó por un pleno, nadie advirtió de nada. Los daños económicos como consecuencia de la deriva judicial del caso no son responsabilidad ni de Antonio Vázquez ni de su equipo. Hablamos del doble de metros del edificio que se ha alquilado finalmente para oficinas municipales, un inmueble hecho ex profeso para el Ayuntamiento, un proyecto a 25 años que entrañaba también gastos financieros así como gastos de mantenimiento. Era una buena operación, y en todo caso, se podía haber negociado sobre menos metros. Técnicamente, sigo manteniendo que era una operación bien diseñada. Ahora sí, claro, existe un daño derivado del incumplimiento de un contrato que se había firmado con todas sus consecuencias. Nadie había advertido sobre ninguna ilegalidad. Tengo la conciencia muy tranquila. Las cosas se hicieron bien, otra cosa es que se pueda opinar, que algunos digan que fue buena o mala. Pero de ahí a imputarme el daño económico, hay una diferencia sustancial.

-Usted conoció un Ayuntamiento en el que IU era una fuerza residual. Hoy gobierna la Alcaldía, con una diferencia de 1.100 votos con respecto al PP. ¿Qué les ha pasado por el camino?

-No puedo valorarlo con exactitud, porque no he estado estos años en la política municipal. Pero creo que, indudablemente han influido las carencias del PSOE y de Adeiza, e incluso del PP, porque cuando un partido pierde el Gobierno será porque algunas cosas se habrán hecho mal, incluso yo mismo sea parte de esos supuestos errores durante los doce años que ostenté la Alcaldía.