La avenida de Portugal, la calle Arapiles, la calle de Cabañales o la avenida del Mengue son puntos señalados para los conductores de Zamora. En estas cuatro zonas existen badenes o pasos de peatones elevados. Los famosos reductores de velocidad que más de un susto han provocado a los automovilistas de la capital. El debate a pie de asfalto nace de la altura a la que se han de someter. Una discusión que zanjó, a medias, el Ministerio de Fomento. Fue en el año 2008, cuando lanzó un sí pero no; un documento en el que establecía una serie de criterios sobre las dimensiones de estos elementos, pero cuyo ámbito de aplicación era la Red de Carreteras del Estado. Es decir, que los ayuntamientos podrían tomar estas medidas como referencia, pero en ningún caso debían someterse a ellas salvo en las travesías que cruzan la ciudad.

La Instrucción técnica para la instalación de reductores de velocidad y bandas transversales creada por fomento distingue entre tres modalidades diferentes. La primera de ellas y la más utilizada en la ciudad de Zamora es la del "paso de peatones sobreelevado". Ejemplos, muchos: las citadas avenida del Mengue, calle Cabañales y calle Arapiles, a las que se pueden sumar la ronda de la Feria, el bulevar de Reyes Católicos o la calle de Salamanca. Según marca la Ley, estos pasos sobreelevados deben tener una altura máxima de diez centímetros, con una oscilación arriba abajo de un centímetro. Además, las rampas de entrada y salida que trazan la forma trapezoidal del reductor habrán de medir entre 1 y 2,5 metros, mientras que la longitud de la meseta habrá de cumplir los cuatro metros. Un simple vistazo por los numerosos pasos de peatones sobreelevados de la capital pone de manifiesto que estas medidas están tomadas a la ligera, lo que provoca el malestar de quienes utilizan el coche como forma de vida y tienen que llegar "casi hasta el punto muerto" para sortear los obstáculos.

Ausencia de iluminación

En el caso de los reductores prefabricados, esos que miden apenas sesenta centímetros de longitud y cuya apariencia es amarilla y negra, la altura máxima permitida por Fomento es de tres centímetros. De esta índole aparecen en la avenida de Portugal o en la calle Villalpando, entre otros. Especialmente conflictivo el primero, que a menudo causa atascos por la reducida velocidad a la que hay que sobrepasarlos para no dañar el coche.

La norma de reductores de velocidad -que no deben seguir los ayuntamientos- recoge también que "todos deberán contar con iluminación nocturna, a los efectos de garantizar su visibilidad, localización, y presencia de peatones en su caso, por parte de los conductores". No obstante, en prácticamente ningún caso se cumple esta premisa en el entorno urbano de la ciudad de Zamora, algo que también es motivo de desazón por parte de los conductores, que por el momento se resignan a "trepar" por este tipo de marcas viales.