"En la región comprendida entre los astures, callaicos y vettones, que en parte al menos señorearon los vaceos, y á la cual siglos adelante tomaron para sí los godos, tiene establecida la moderna administración española una provincia. Tierra por mitad montañosa y por mitad poco amena, de secas llanuras y escuetos ribazos esta, donde medran jaras y encinas, do quiera no han llegado los escasos habitantes á sembrar trigo, ó bien á plantar viñas, que del árbol no se acuerdan los míseros labradores de León y Castilla, sino para exterminarle".

Es el párrafo con el que comienza la obra de Fernando Fulgosio, "Crónica de la provincia de Zamora" (Madrid: J.M.Morete, 1869), que es el libro marcado con el número 1.091 de un total de 3.199 volúmenes que constituyen el Fondo bibliográfico y documental de Abanca Corporación Bancaria, S.A., antes de Caixa Galicia, colección que acaba de ser declarada bien de interés cultural por el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoó.

La Dirección General del Patrimonio Cultural incoó el expediente de declaración de bien de interés cultural de este Fondo, "consciente de que es un elemento fundamental del patrimonio bibliográfico y documental gallego, tanto por el valor individual de alguna de las obras que reúne como, principalmente, por el valor histórico y documental que suponen como colección para la identidad del pueblo gallego"

La "Crónica de la provincia de Zamora" corresponde a una serie sobre la "Crónica General de España", una historia ilustrada y descriptiva de sus provincias y existen también ejemplares de la obra en la Biblioteca de Castilla y León

El autor describe un panorama desolado y árido como aspecto "de la parte mas conocida de la provincia de Zamora, cuyo nombre despierta en la mente de todo buen español multitud de poéticos recuerdos. Reina de todas aquellas comarcas es Zamora, el Ocellum Duri de tiempos apenas conocidos, la Samurah de los árabes, atalaya de uno de los primeros ríos de España, largos siglos valladar contra el moro, no siempre respetado, pero en el cual trataron los cristianos de mantener el señorío desde la reconquista de Alfonso el Casto. Así afrontaron las armas de Abdu-rrahman, peleando de poder á poder á las órdenes de Ramiro II. Por eso la defendieron con siete líneas de murallas y altas torres. Por eso la lloraron perdida en manos del victorioso Al-mansor, reedificándola luego Fernando I para darla á su hija doña Urraca". Y claro, toca el famoso cerco. "Entonces, y á causa del error político del rey, dio comienzo la guerra civil entre cristianos; y Zamora, la bien guardada, padeció los horrores de la guerra y de un cerco, de los guales la libró una acción que la bondad de la causa no excusará jamás. ¿Quién no ha leido, por lo menos allá en la infancia, cómo refiere nuestra Iliada el Romancero, la muerte del rey D. Sancho á manos del traidor Vellido D'Olfos? (...) A decir verdad, no creemos merezca nombre de español quien, pudiendo, no haya leido los romances que al cerco de Zamora se refieren".

El primer libro de la obra habla de su asiento geográfico, estado atmosférico, división territorial, límites o enfermedades. "Las enfermedades más comunes son: calenturas intermitentes, no perniciosas en primavera y estío, tal cual nerviosa que suele llegar á pútrida en otoño y multitud de catarros en invierno, cuyo frió, aunque no sea mucho mayor que en Madrid, se siente mas á causa de no hallarse las casas del todo bien acondicionadas".

El capítulo dos habla del Duero, los Arribes, y los pasos fronterizos del Sombrero de Roldán, las Estacas o el Salto de la Buraca. El capítulo 3 se dedica a la tierra llana y montañosa, la fertilidad del suelo, canteras, minas, lagunas salitrosas, caminos y veredas. "Aunque la provincia no tiene los caminos que debería, disfruta al menos de una ventaja, que, aun en nuestros dias, pocas provincias poseen. Hablamos del ferro-carril de Zamora á Medina del Campo, en donde empalma con el del Norte, quedando de esta manera en fácil y pronta comunicación con la corte y con el extranjero".

El libro relata ferias y mercados, beneficencia e instrucción pública, estado eclesiástico y partidos judiciales, ayuntamientos y población, usos y costumbres. Por ejemplo, habla de la actividad económica: "Aún con la escasa industria que hay en ella, puede esta provincia bastarse á sí propia, sobre todo si se tiene en cuenta la sobriedad y escasas necesidades de los habitantes. No dejan de fabricarse lienzos bastos en Almeidas, Roelos, Fresnedilla y Villalpando, así como mantas y alforjas. Se fabrica aguardiente, en especial en Fuentesauco y Fuentelapeña, de donde se envía á muchos pueblos de Castilla y tierra de Salamanca. Con todo, en pocas partes podrán fabricarse mejores paños, bayetas y telas de hilo; así como hacia la Puebla de Sanábria se hallan poderosos saltos de agua para establecer fábricas, leña y carbón para combustible, y excelente lino, lanas y pelo de cabra por primeras materias".

Es una buena obra para rememorar las costumbres de los lugareños: "Las mujeres se ocupan en las faenas del campo, como sus vecinas las asturianas y gallegas, sin que las estorbe el hallarse criando, en cuyo caso, cual suelen también en Galicia, ponen á la criatura en un banasto entre las astas de los bueyes. En los bailes son las mujeres las que tañen. Por la noche se reúnen todos en una casa, que suele ser la del cura, é hilando, cantando y refiriendo cuentos de brujas y aparecidos, llegan así hasta las once, en cuya hora cada cual torna á su morada".

Y trata sobre la criminalidad: "Doloroso es decir que, á pesar de la honradez de la mayor parte de los habitantes, sea grande en ella la criminalidad, aunque no tanto como en las demás provincias de lo interior y el Mediodía. Por nuestra parte, creemos que buena parte proviene del contrabando á que convida la inmediación del vecino reino de Portugal. Y no que tengamos lo dicho por regla pues, á la verdad, en los partidos de Fuentesauco y Toro, que no son fronterizos, es mayor el número de crímenes, mientras en el de la Puebla de Sanábria es donde menos propensión se advierte á los crímenes de sangre".