Recibir una herencia en los tiempos actuales se ha convertido, en muchas ocasiones, en un regalo envenenado para el beneficiario. Es una realidad de la que ahora da cuenta el "Observatorio notarial de la realidad socioeconómica de los castellanoleoneses 2007-2014", informe elaborado por primera vez por el Consejo General del Notariado de España.

Los datos de los notarios, que son los profesionales encargados de tramitar las renuncias que los particulares hagan a herencias, muestran que solo durante el año pasado se formalizaron un total de 220 renuncias en la provincia de Zamora. Es una cifra tres veces superior a la que se registró en el año 2007, cuando la crisis comenzaba a amenazar con sus efectos a la economía de los zamoranos. Entonces se contabilizaron 78 renuncias a los bienes que un familiar dejaba a otro cuando fallecía. Si se comparan ambas cifras, puede constarse un incremento del 282% en apenas siete años, uno de los porcentajes más altos de todo el país.

No es una situación a la que se haya llegado sin que antes las estadísticas marcaran una cierta tendencia. Es más, fue en los primeros años de la crisis económica cuando los notarios sintieron un especial repunte en este tipo de actividades, antes claramente minoritarias y ahora a la orden del día. Como muestra sirve el dato "intermedio" del año 2012, cuando se contabilizaron 215 renuncias al testamento de un familiar fallecido, una cifra muy similar a la última que se ha recogido. Los datos muestran que, en la actualidad, casi una de cada diez herencias no llegan a los familiares a los que iban destinadas.

Según los propios notarios, la mayoría de las renuncias se deben a las deudas que acumulaba el fallecido en el momento de su muerte y a los impuestos que debe pagar el beneficiario, que difieren de unas comunidades a otras -en este sentido, aunque Castilla y León no se encuentra entre las comunidades más caras para recibir una herencia, sí que está lejos de otras zonas de España como Madrid, donde recibir bienes de un familiar es mucho más barato-. Con respecto a las deudas, los notarios recuerdan que, de no estipularse lo contrario, el beneficiario recibe todos los bienes y obligaciones de pago con los que contara el familiar fallecido. Es decir, de no hacer constar otra cosa, un beneficiario podría encontrarse con unas obligaciones de pago que fueran superiores a los bienes que se iban a heredar, una situación de la que todo el mundo huye.

No obstante, los propios notarios recuerdan que hay fórmulas a las que pueden acogerse los familiares y que en ningún caso supondrían que la herencia se salde en términos negativos. Los bienes y obligaciones del fallecido, apunta el Consejo General del Notariado, pueden recibirse a "beneficio de inventario", lo que indica que el beneficiario hará frente a las obligaciones de pago siempre que los bienes heredados sean suficientes para ello. En caso contrario, la ley no podrá obligar al receptor a hacerse cargo de las obligaciones del fallecido con su propio patrimonio.

Teniendo en cuenta que prácticamente todas las herencias incluyen bienes inmuebles, el problema nace cuando estos bienes están hipotecados o han sido utilizados como aval de cualquier préstamo. Antes de la crisis el problema era menor, por no decir inexistente. El hecho de recibir una casa hipotecada no suponía mayor problema puesto que el mercado funcionaba a pleno rendimiento y la venta no tardaba en realizarse, en muchas ocasiones dejando además beneficio para el vendedor. Ahora dar salida a un piso o una casa es más complicado, lo que unido al impuesto de sucesión hace que muchos hereditarios prefieran no recibir un inmueble a tener que hacerse cargo de él.

Cuando todos los beneficiarios posibles renuncian a una herencia, los bienes y obligaciones pasan a manos de Hacienda. Sin embargo, las arcas públicas siempre, y por defecto, reciben las herencias a beneficio de inventario, lo que hace que el fisco nunca se haga cargo de las deudas que haya dejado el fallecido.