Octubre de 2015 es una fecha señalada para la Colonia Zamorana de Cuba, ya que este mes arrancan las primeras actividades para festejar el centenario de la asociación, que se cumple en octubre del próximo año. El que fuera presidente de la institución durante dos décadas, Sergio Rabanillo, ahora presidente de honor, reconoce la importante labor de organismos zamoranos, como la Diputación Provincial de Zamora, o de personas como Juan Andrés Blanco, para hacer posible la celebración de este aniversario de una colonia que se ha convertido en referente de la emigración.

-¿Qué significa para la Colonia Zamorana de Cuba celebrar estos cien años de vida?

-Es algo que empezamos a vivir hace cinco años, cuando comenzamos a pensar en el centenario, cómo celebrarlo con la mayor relevancia. Ese plan de actividades comenzará este mes con las jornadas gastronómicas y culturales y se alargarán durante todo un año.

-¿Podrá participar toda la ciudad de este evento?

-Queremos que el centenario de la casa de Zamora se vea en toda La Habana Vieja, con desfiles y cartelería. De enero a septiembre se harán actividades asociadas de las distintas comisiones, de mujeres, mayores y niños. Pero el clímax llegará en octubre, ya que el día 3 se conmemora la primera asamblea general, donde se constituyó la colonia y se eligió al primer presidente.

-¿Han encontrado apoyo por parte de las instituciones?

-Tenemos un apoyo muy importante de la Diputación, en especial de José Luis Bermúdez. Está con nosotros hombro con hombro y no podríamos hacer nada sin ellos, junto al Consulado y la Embajada de España en Cuba. Además, también está con nosotros Eusebio Leal, el historiador de la ciudad de La Habana. Por otro lado, hemos tenido mucha ayuda de empresarios zamoranos y gracias a ellos tendremos productos de la tierra en la celebración del centenario.

-¿Cómo se puede mantener vivo el espíritu zamorano en Cuba después de un siglo?

-El secreto son los padres y los abuelos. En mi caso, soy hijo de zamorano. Mi padre nació en Triufé y siempre recordaba anécdotas de su niñez. Viajó a Cuba con 17 años y fue socio de la colonia durante más de 50 años. Nosotros solo participábamos en las fiestas que ellos hacían, pero ahí es cuando te empiezas a vincular, conocer historias y sentir curiosidad. Eso que pasa de padres a hijos, luego pasa de hijos a nietos y la historia se repite. También ha ayudado mucho en ese espíritu la Diputación de Zamora.

-¿A perpetuar ese carácter también ayudan las operaciones Raíces y Añoranza?

-Los hijos de zamoranos que tienen la nacionalidad española y que están empadronados en Zamora tienen la oportunidad, con un conjunto de requisitos, de poder viajar a Zamora y ver dónde vivieron sus padres, cómo era su vida, qué familia les queda. En el caso de los jóvenes ocurre lo mismo. Con el programa raíces empiezan a buscar y hablan de un abuelo que probablemente nadie conoce, porque se fue a Cuba hace ya 90 años, pero se le saltan las lágrimas cuando encuentran un primo tercero, que les ayuda a seguir investigando sobre su pasado familiar.

-¿Cómo se acoge desde las instituciones cubanas esta asociación zamorana?

-Cuba es un país con sus peculiaridades, como todos, y una de ellas es que es muy importante que la Embajada de España y el Gobierno de Cuba sientan que esta asociación está apoyada por Zamora, que no se habla de algo desconocido y lejano y sentimos mucho más respeto de ambos gracias al amparo de las instituciones zamoranas

-¿Qué papel juega la Colonia Zamorana de Cuba en la sociedad de La Habana?

-Su importancia arranca en los últimos treinta años, cuando comenzó la colaboración con la Diputación. Para hablar del peso que tiene la colonia hay que hablar de Ángel San Juan, que trabajó en la Embajada de España y se acercó a nosotros a impartirnos conferencias cuando solo éramos 100 socios, nueve de ellos nacidos en Zamora. Nos habló de las raíces que se estaban perdiendo, habló con Juan Andrés Blanco y en la Diputación con José Bahamonde, sobre esa colonia y los viejitos que estaban allá. Se interesaron por ella y se estableció la comunicación. En ese momento nosotros no teníamos sede y ellos empezaron a impulsarnos, a insistir en que buscáramos las raíces, a realizar actividades. Estábamos a la cola de la emigración en Castilla y León, pero con este apoyo logramos localizar a más de cien zamoranos en Cuba, empezamos a hacer muchas actividades y pasamos a estar en la cabeza de la región, éramos nosotros los que empujábamos al resto de sociedades. Empezamos a ser sociedad de referencia en Castilla y León y empezamos a que el resto nos imitara.

-¿Qué número de socios se ha alcanzado en la actualidad?

-Empezamos a crecer exponencialmente. En la siguiente década íbamos a más de cien por año. En 2009 llegamos a 921 socios, desbordábamos la sede y muchas actividades no las podíamos hacer en el local social, así que decidimos que habíamos llegado a una cantidad de asociados no incrementable y ese año propusimos que ese número fuera el máximo de socios. Así que ahora todos los años tenemos una lista de espera, que se cubren con las bajas que se producen.

-¿De qué se siente más satisfecho en los veinte años que estuvo al frente de la colonia como presidente?

-Creo que me siento satisfecho de los 20 años en general, porque fue un proceso de evolución. En 1995 logramos el primer Plan Añoranza y fue importante, algunos llegaban a Zamora después de 80 años. En 1998 logramos la adjudicación de la sede, que era un local totalmente desbaratado que el historiador lo entregó ya reparado, inaugurándolo en 2003. Después se creó el Programa Raíces, se pusieron en marcha las comisiones de trabajo, que han dado mucho impulso a la sociedad. Fue todo ello un proceso que impulsó aún más la sociedad.