Antonio Martín Castro, que acaba de recibir el premio Embajador de Zamora que concede la Fundación Científica Caja Rural es uno de esos hombres hechos a si mismos. Con la sólida base que heredó de su padre, Domingo, en su Tapioles natal, aprendió el oficio, y el negocio, de la elaboración del queso, industria que, gracias a su empeño, tesón y cierta dosis de riesgo empresarial, le ha llevado a ser uno de los grandes del sector en España. Martín Castro cree en las posibilidades de un sector, el lácteo, al que se le abren nuevos caminos, sobre todo en el vacuno de leche, con un mercado liberado que cambia completamente las reglas del juego. Quesos Entrepinares produce 45 millones de kilos y es interproveedor de un gigante de la distribución en España como es Mercadona.

-Creo que los primeros pasos en el negocio le vienen de familia, del pueblo donde nació en Zamora hasta que posteriormente inició su propio camino.

- Así es. Nací en Tapioles, un pueblecito al lado de Villalpando, donde viví mi infancia. Con veintitantos años me trasladé para Benavente, donde monté una fábrica con un hermano mío, Ilbesa (Industrias Lácteas Benaventanas), que sigue funcionando: la llevan ahora mis sobrinos porque mi hermano está jubilado. Ahí fundé también Proláctea, en Castrogonzalo, que es una empresa del grupo. Después, corría ya el año 1983, me separé de mi hermano y me fui para Valladolid y ya cada uno ha llevado su trayectoria.

-¿Tuvieron algún problema que les llevara a la ruptura empresarial o algún tipo de discrepancia?

-Todo lo contrario, me llevo de maravilla con mi hermano y mis sobrinos. Lo que pasa es que cada uno tenía una ideología dentro de los negocios y por eso fue la separación, no porque hubiera problemas.

-Y es entonces cuando se traslada a Valladolid y funda Entrepinares. ¿Por qué el nombre?

-Por nada especial. Valladolid es una ciudad con mucho pino y pensé que ese nombre iba a quedar muy bien, pero no tiene ninguna otra implicación.

-¿Como fueron esos primeros pasos en su nueva empresa, la primera con la que camina ya en solitario?

-Un poco difíciles, la verdad. Al haber una separación y dejar el negocio de Benavente montado y funcionando, abrir uno nuevo fue para mi muy costoso no solamente por el trabajo, sino también por el tema financiero y otras muchas cosas más. También porque la gente ganadera de la zona no te conocía en los nuevos mercados que fui abriendo por Palencia, Valladolid, Segovia o Ávila, y fue una etapa poco problemática. Con los ganaderos de Zamora no tuve ese problema, porque ya nos conocíamos.

-¿Dónde se instala concretamente su fábrica de Valladolid?

-Inicialmente en el polígono de Argales, donde montamos la primera fábrica y ampliamos unos almacenes que se compraron al economato. Hace dos años aproximadamente hemos trasladado toda la logística a un polígono que se llama Las Arenas y allí estamos ahora; es donde recogemos toda la producción del resto de las fábricas repartidas por el país y es donde se empaqueta y se hace la distribución del producto.

-Ya no se vende queso entero, sino ya preparado para coger de los lineales de los supermercados, supongo.

-Por eso es necesaria tanta mano de obra, aunque lógicamente todas las tareas necesarias están muy mecanizadas, y modernizadas todas las instalaciones.

-El secreto del éxito del queso, cual es, ¿la sapiencia que heredó de su padre a la hora de elaborarlo?

-Es fundamental una buena materia prima, eso lo primero. Y después saberla manejar. Efectivamente, mi padre fue un gran maestro quesero y nos inculcó bien todo esto.

-¿Cuántas fábricas tiene ahora mismo en funcionamiento?

-Exactamente está la de Castrogonzalo en la provincia de Zamora, la de Villalba en Lugo, esta de Valladolid, donde está la fábrica y el almacén que comentaba antes y en la Comunidad de Madrid, en Fuenlabrada.

-¿A cuántas personas emplea?

-Tenemos seiscientos trabajadores.

-¿Cómo fue lo de entrar a trabajar con Mercadona?

-Fue un reto tanto de ellos como mío. Ellos vieron que nuestra empresa podía dar el resultado que efectivamente ha dado y nos ficharon como interproveedores. Y nosotros siempre hemos ido a la mano de ellos con mucha satisfacción y sin ningún tipo de problema. Estamos juntos desde el año 2000, un poco antes de la gran expansión de Mercadona.

-¿Por qué el éxito de Zamora en el queso?

-Porque tiene una buena materia prima. Yo siempre he presumido que el mejor queso español es el zamorano, que se puede extender al vallisoletano o palentino, en general al de Castilla y León.

-¿La industria de transformación puede ser el futuro de esta tierra?

-En alimentación la crisis afecta menos que en otros sectores. Ganamos menos dinero, pero nos afecta menos, y lógicamente las producciones, concretamente de lo nuestro, cada día son más grandes y lo que tenemos que hacer es hacerles frente y fabricar lo máximo y lo mejor posible para que los ganaderos también estén satisfechos con la entrega de su producción. Intentamos pagar los precios lo más justos posible para que podamos vivir todos.

-Una cosa es decirlo y otra hacerlo. Porque el sector del vacuno de leche se queja de que los precios no les llegan ni para cubrir costes.

-No, pero está todo resuelto. En el vacuno de leche lo que ha ocurrido es que han liberado ahora la producción, que antes estaba contingentada, y claro, nos hemos visto con unos volúmenes mucho más fuertes de los que había y se ha producido un pequeño atasco. Pero acabamos de firmar un acuerdo con el Ministerio de Agricultura, un convenio con la distribución, los fabricantes y las cooperativas ganaderas para llevar a llevar a buen fin todo esto.

-¿Zamora y Castilla y León puede luchar en este mercado liberado de la leche con garantía de éxito?

-Yo creo que sí. Qué duda cabe de que el ganadero aquí está muy preparado y ya no es el ganadero pequeñito de cuatro o cinco vacas. Estamos hablando de un sector muy profesionalizado que puede competir perfectamente con todo.