Un amigo más que se nos va de nuestro afecto, de nuestra vida, de nuestra convivencia? y son muchos ya los compañeros del Arte que nos van diciendo "adiós" -o "hasta luego", según como se mire- en este mundo construido en el aire y por el aire, tan fugaz y tan lleno de sorpresas siempre.

Pero debemos y tenemos la obligación de contar inevitablemente con la energía positiva de las cosas, de los aconteceres, de los recuerdos.

Y Alfonso Bartolomé era para sus amigos de verdad y también para sus conocidos una persona cordial, cercana y muy positiva, como su pintura, que nos trasluce como un encendido y luminoso ritual románico el encantamiento de las cosas, de la vida y de su personal contemplación casi "naif".

Acompaño a estas notas de urgencia las líneas que Alfonso me pidió para su última exposición, en marzo, que veo ahora con mucha tristeza que era una encubierta despedida: "Hace más de sesenta años que nos conocemos? por entonces yo frecuentaba casi a diario el taller dedicado a trabajos de escayola de Ramón Abrantes y Julio "Larry" en la avenida del Mengue, compañeros desde que yo tenía diez años de la inolvidable y muy querida Escuela de Arte de San Ildefonso. Ya ha llovido para todos.

Alfonso vivía con sus padres en la calle Zapatería y el "muchacho" empezaba sus primeros pasos en el Arte de la mano de Abrantes con la escultura, que fue su primera inclinación artística.

Desde aquel entonces fuimos amigos en el arte y desde nuestra zamorana vida de tantos amigos comunes.

Es muy fácil para mí, pues, escribir "unas pocas líneas" -como Alfonso me dice- del amigo tan unido a nuestra piel, a nuestro devenir y, lo que es más importante, a nuestra común ilusión por el Arte que siempre la hemos hecho entrañable y participativa, alegrándonos o entristeciéndonos lo que a uno u otro nos ocurría.

Pero no seguiré por este camino, pues con tantos años de amistad serían emocionalmente prolijas e interminables las citas y pormenores.

Ahora sí te hago caso, viejo amigo, y ahí van las escuetas líneas, a modo ilustrativo, de tu amplia trayectoria artística.

Fue la escultura, como ya he dicho, su primera manifestación formal que más tarde abandonaría para entrar en la mágica plástica plana de la pintura donde ha desarrollado su amplio currículo compaginado a la vez con la enseñanza de la que también fuimos unos cuantos años compañeros.

Con singular valía y magisterio lo ha demostrado en cualquier procedimiento: el mosaico, la vidriera o el grabado, entre otros.

Pero como el Arte está tan unido a la propia vida tan solo diré que a lo largo de ella ha mantenido un espíritu abierto y sano, de social simpatía que creo nunca lo pierda a pesar de las "putadas" que nos juegan las "puñeteras" enfermedades y sus nunca queridas consecuencias.

Y nada más que señalar, con brevedad, su inexcusable amor a esta tierra de color tan encendido para él y que es tan amplia y rica para tantos artistas nacidos en esta vieja meseta".

Que contigo sea la paz, Alfonso, desde esta orilla que sabes, nos reflejamos en el Duero que inevitablemente también pasa.

Con mucha tristeza, hasta siempre, buen amigo.