El enfado de la juez era más que evidente. Al igual que el del acusado porque "llevo desde las ocho y media de la mañana" desplazado desde la macroprisión de Topas, esperando en los calabozos de los Juzgados la celebración de un juicio por el robo a un bar de la capital, vista oral que habría empezado casi a la una de la tarde y que se suspendía por tercera vez. El testigo será localizado y detenido por las Fuerzas de Seguridad del Estado para ser conducido al juicio, aplazado al tratarse de la única persona que vio cómo el imputado, para el que la Fiscalía exige una condena de 18 meses de prisión, salía corriendo del local, con lo que su declaración resulta esencial para determinar si aquel fue autor del robo o no.

No hicieron falta las quejas del procesado por llevarse 900 euros de la caja de cambios del establecimiento, situado en el centro de la capital y ya cerrado. La juez tomó rápidamente la determinación de imponer una multa de 200 euros al testigo y ordenar que la Policía Nacional o la Guardia Civil le obliguen a acudir a la vista oral. El sobre con los 900 euros que supuestamente sustrajo el procesado, cuyas iniciales son M.J.M.M., estaba en la caja registradora junto a otros de días anteriores. La encargada del establecimiento, que compareció en el juicio, no pudo identificar al acusado ni asegurar que se llevara el dinero, mientras declaró extraño que el acusado hubiera cogido solo el sobre de los 900 euros, que no estaba el primero.