Rafael Moral lleva tres décadas en el sector del libro antiguo y de ocasión. Cinco de esos profesionales ocupan con sus casetas parte de la calle Santiago Alba Bonifaz con miles de títulos.

-Este año la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión cuenta solo con cinco profesionales de la región.

-La feria incluso estuvo a punto de no celebrarse porque cuesta completarla. En Zamora no hay nadie que se dedique al libro viejo y antiguo, todos los presentes venimos de fuera y aunque seamos de provincias cercanas el salir de casa conlleva unos gastos extras que con el descenso de ventas, comercialmente no es rentable. El libro antiguo cuando lo compras a su propietario lo pagas, pero nosotros al desplazarnos tienes que adelantar dinero y no sabes cómo va ir. A mayores en Zamora coincidimos con la fiesta de la patrona.

-¿Han barajado otras fechas para su presencia?

-Los compañeros que no podían asistir porque iban a otras ferias, como la de Pamplona o la de Logroño, nos han propuesto cambiar la fecha. La modificación la debatiremos y la valoraremos en la próxima asamblea que tendremos a fin de año.

-Los libreros presentes también proponen cambiar de lugar. ¿Analizarán un cambio de ubicación?

-Lo hablaremos en la asamblea con los compañeros. Entre los que estamos hemos hablado de darle un cambio a la feria, darle un lavado de cara para darle un nuevo impulso.

-¿De qué manera?

-En vez de estar en un lateral del parque quizá pasar a estar más en el centro de la Marina, a la vista de la gente. Nos gustaría incluir actividades paralelas para atraer a otro tipo de público. En los últimos años los ayuntamientos estaban mal y no nos podían ayudar, pero al participar más libreros entre todos sí podíamos afrontar esa inversión. Cuando estamos cinco, con cubrir los gastos de alquiler de caseta, luz y seguros ya tenemos bastante.

-A días de que acaba la feria, ¿cómo se ha dado?

-Todavía no sabemos, hay que esperar para hacer un balance, pero por mi experiencia parece que la caída se está frenando.

-Usted lleva muchos años en el sector. ¿Cómo estaba en el momento que usted tomó las riendas de su actual librería?

-Desde que estoy en el sector siempre he oído que la cultura estaba mal, pero comercialmente hasta el 2007 vendía un 50% más que ahora. A partir de ese momento se ha notado una bajada de las ventas por la crisis económicas y nosotros la hemos sentido, tal y como le ha pasado a otros sectores. Además, en nuestro caso la caída ha sido poco a poco a lo largo de ocho años.

-En este descenso, ¿han entrado en la baraja otros factores?

-Nosotros tenemos encima una espada de Damocles, el soporte electrónico. Las estadísticas dicen que en España no acaba de cuajar el libro electrónico, pero nosotros lo sentimos. Además, y eso que no soy una persona negativa, la crisis general pasará, pero seguirá afectando al mundo del papel impreso. En los tres últimos años muchos más particulares se ponen en contacto con nosotros para vender sus bibliotecas. Los particulares se están deshaciendo de los libros a una gran velocidad. Este desapego o desafección hacia los libros también se nota en la calle. Antes cuando montabas un puesto en la calle casi siempre tenías a gente mirando volúmenes. Ahora para que una feria tenga un aspecto saludable, con público viendo no digo comprar, cuesta mucho más. La gente no tiene la curiosidad que había antes, no se acercan ni a mirar.

-Por su experiencia, ¿a qué se debe esa carencia de curiosidad?

-En mi opinión se debe al bombardeo que recibimos de información a todos los niveles, lo que hace que estemos saturados. Constantemente la gente lee, aunque no sean ni literatura ni novelas. El ritmo de vida actual hace que no tengamos el tiempo para leer libros, independiente del formato en el que sea. Entre el público ya no noto el ansia de leer como había antes. Ahora caen en tus manos volúmenes apetecibles y tardas días en venderlos, cuando antes volaban. Creo que tampoco existe el hábito de lectura y muchas veces cuando se tiene, no puedes leer a diario. En mi caso intento leer todos los días al irme a la cama pero hay ocasiones que no paso de una página porque estoy agotado. El ritmo actual de vida es incompatible con el disfrute de la lectura.