"El lobo da miedo, pero el ogro da más miedo aún. La gente acaba prefiriendo al lobo y el ogro desaparece". Esta metáfora, propia de un cuentacuentos, explica la dramática realidad de Siria a ojos de Némer Salamún, un "refugiado" que tuvo que dejar definitivamente su país hace tres años junto a su mujer, la zamorana Susana Haering, a quien la guerra ha convertido en "peor persona". "Me he dado cuenta de que no soy tan tolerante ni tan buena persona como creía. El conflicto me ha llenado de odio", reflexiona con absoluta franqueza.

En este sencillo cuento -Salamún es actor y director de teatro- el lobo es el último de los dictadores de la saga de los Al Asad, el presidente sirio Bashar, y el ogro es el pujante grupo terrorista Estado Islámico. "En Siria nunca hubo una guerra civil como a algunos les ha interesado difundir. En ese tipo de conflicto, dos fuerzas luchan en condiciones de relativa igualdad. En mi país, hay un pueblo que pide libertad ante un dictador que responde con armas químicas, y que se apoya en un grupo terrorista, otros tarados, para tapar la situación que vive la gente", reflexiona Salamún.

La historia de Siria está grabada a fuego en la propia familia de Némer. El actor y director vino por primera vez a España para pasar unos días en 1999 y acabó siendo el responsable de la escuela de teatro de Segovia durante cuatro años. Conoció a la zamorana Susana, una amante de la cultura árabe que había estudiado la lengua, y, juntos, regresaron a Siria. El 14 de marzo de 2011 nació la primera hija de la pareja. Un día más tarde, el pueblo sirio salió a las calles en manifestaciones históricas para pedir libertad. Némer, Susana y el bebé aguantaron poco más de un año. Después regresaron a España. Desde entonces, más de 200.000 sirios han muerto, la comunidad internacional ha hecho oídos sordos y miles de ciudadanos avanzan por los diferentes países de la Unión Europea miles de ciudadanos avanzan por los diferentes países de laUnión Europeapara encontrar un hogar temporal. Unos 14.000 llegarán a España, algunos de recalarán en Zamora como refugio de la guerra y la destrucción.

"Mi casa ha muerto. Como era buena anfitriona, le dio la bienvenida a los explosivos y saltó por los aires. Allí estaban todos mis documentos teatrales, el archivo de una vida", revela Némer. Aún así, eso no ha sido lo peor. "A mi sobrino se lo llevó el supuesto Ejército nacional cuando volvía del trabajo. Fue torturado y asesinado. Ni siquiera tenemos el cadáver, solo una foto tras la tortura. Solo tenía 16 años", explica el director teatral. La muerte estuvo muy cerca de su antigua residencia. En un barrio de la ciudad de Homs, una de las más castigadas junto a Daraa, Némer se enteró de que habían muerto más de cien personas en un edificio vecino.

Ciudadanos como Némer Salamún salieron de Siria en los últimos años. Pero hubo otros que tenían más problemas para dejar el país: o carecían de recursos o simplemente, no tenían pasaporte. ¿Cuál es la forma más fácil de dejar Siria? "Con una bomba? y vas directamente al cielo", responde dolido el actor afincado en Zamora. Por un lado, el mar para llegar a las costas turcas donde naufragan vidas como la del pequeño Aylan que ha conmocionado al mundo. De otro, las destrozadas fronteras, unas controladas por el Gobierno, otras por el Estado Islámico, el resto, por las mafias que se llevan los ahorros de toda una vida de una familia humilde que huye de su patria. "Entre el Gobierno y el Estado Islámico, llega un momento en que los sirios no podían aguantar más", apunta Salamún.

Y entonces comenzaron a aparecer en Turquía, en Hungría, en Austria? "La Unión Europea se ha comportado muy mal. Podía haber acabado con el problema quitando el origen, el Gobierno sirio. François Hollande prometió muchas cosas, pero luego no hizo nada?", se lamenta Salamún.

El problema llega a Europa. Los gobiernos no hacen nada? ¿Y los europeos? "Se sensibilizan cuando ven niños que mueren, pero ¿qué pasa con los que tenemos veinte, treinta o cuarenta años? ¿Somos una mierda?", se lamenta de nuevo. A su juicio, la "sensibilización dura unos cuantos minutos". Después, "los europeos se ocupan de su crisis económica y se van a ver el fútbol", añade.

Pero, ¿qué opina Salamún de las familias zamoranas que ya se han ofrecido a acoger a los refugiados que vengan a través de las famosas cuotas europeas? "Primero, gracias por esta sensibilidad. Pero los zamoranos han de saber que la responsabilidad es muy grande. Una vez que pase la emoción de la acogida, el proceso será muy largo y el problema será entender sin prejuicios a esta gente pobre. Cuando venga una mujer con velo o que no puede comer cerdo? no pasa nada. Hay que tener la mente muy abierta y no reprochar estas diferencias", aconseja Salamún.

¿Es la religión la principal barrera? "No la religión, sino la propia cultura. Es un proceso largo y complicado, una responsabilidad muy grande, necesita comprensión hacia quien ni siquiera habla español", reflexiona el director teatral.

Así y todo, Salamún cree que la recepción de los refugiados y los mensajes vertidos las últimas semanas "son solo fachada". A continuación, Némer se toma tiempo para reivindicar su situación personal. "Yo también soy un refugiado. Salí de mi país contra mi voluntad. No tengo trabajo, a pesar de haber llamado a muchas puertas", se queja el sirio. Némer ha perdido su casa, familiares y amigos. Ha conocido la guerra y ha huído del conflicto. Pero no pierde ni el humor ni la ironía. En cambio, reconoce que "hoy soy peor persona, tengo odio, un odio provocado por los demás. Ya no quiero volver a Siria, no quiero ver a los míos, he perdido sensibilidad".