La misma plaza que a principios de año registraba una concentración histórica para condenar los atentados contra el semanario humorístico Charlie Hebdo ha sido, de nuevo este sábado, escenario de solidaridad. En esta ocasión, más de 8.000 personas acudieron a la plaza de la República para pedir al Gobierno francés que "abra las fronteras" y dé la "bienvenida" a los refugiados que vagan por Europa tras huir de la guerra en Siria. No llama la atención el número de manifestantes, pero sí el altavoz: la red social Facebook.

Con los eslóganes "No en nuestro nombre" y "Refugiados, inmigrantes, dignidad", fueron miles los que reclamaron humanidad en París -y en otras ciudades galas como Ruán, Niza o Toulouse- en medio del "enrarecido" ambiente que vive Francia, dividida ante el problema de la inmigración. "La convocatoria estaba dirigida a ciudadanos unidos contra el drama que están viviendo los refugiados y sin ninguna filiación política", explica la zamorana Elisa Carrión, quien, como en el caso de Charlie Hebdo, decidió salir a la calle el sábado para mostrar su compromiso.

"Lo más sorprendente de la concentración fue la viralidad de la convocatoria en Facebook, a la que rápidamente se apuntaron más de 17.000 personas", enfatiza la periodista zamorana, residente desde hace varios años en París, donde trabaja como responsable de comunicación de un bufete de abogados. "Solo fue un encuentro, no caminamos hacia La Bastilla como es habitual en estos actos, y los manifestantes llevaban todo tipo de eslóganes pidiendo la apertura de las fronteras o, simplemente, recordando el drama de los refugiados franceses en la II Guerra Mundial", describe Elisa Carrión.

El mensaje llama la atención en una ciudad llena de matices culturales, aunque especialmente fragmentada ante la realidad de la inmigración. El París gobernado por una emigrante -la española Anne Hidalgo, que ha pedido la apertura de un centro para los extranjeros huidos de la guerra- es el mismo que se deja seducir ante los mensajes racistas del Frente Nacional de Marine Lepen, quien se ha apresurado a pedir, precisamente, el "cierre" de las fronteras ante la hipotética avalancha de extranjeros. "Es complicado entender cómo, en un país forjado a base de inmigrantes, solo el 56% esté a favor de acoger a refugiados. Aquí en París, la gente está cansada del problema del racismo y de un mensaje que se ha puesto de moda: Pero, ¿van a venir más?", revela la periodista zamorana. Carrión precisa que la respuesta a la crisis siria es mucho más fría que en los atentados de enero, "quizá porque nos tocó mucho más de cerca".

En un territorio de contrastes, la solidaridad se hace hueco, sin embargo, en las iniciativas importadas de países como Alemania, donde comienzan a aparecer ciudadanos que piden patrocinios para ofrecer sus casas a los refugiados. "Los propietarios de las viviendas dejan sus casas y señores de cualquier lugar pueden aportar una cantidad económica para sufragar los gastos", explica Elisa Carrión como descripción de una nueva modalidad del llamado "crowdfunding", donde cualquier ciudadano puede colaborar. "Las exenciones fiscales en Francia superan el 60%, por lo que la idea de colaborar en estas causas es fácil y atractiva", añade la periodista.

Más allá del glamur de la "ciudad de la luz", París sigue siendo un lugar complejo, en ocasiones desagradable para la vida diaria. La capital "está repleta de zonas de pobreza, imposibles de ser integradas en una ciudad donde todo es muy caro y la tasa de marginalidad es enorme", asevera Carrión. Lejos de su Zamora natal, Elisa Carrión está segura de que "sin estar ahora mismo en España, seguimos siendo un país muy solidario, estaríamos dispuestos a hacer más cosas que los franceses". Mientras se soluciona la crisis humanitaria de los desplazados, los portadores del eslogan "No en nuestro nombre" continuarán concentrándose los sábados en la plaza de la República.