La zona junto a la muralla de la avenida de la Feria donde aparecieron los restos óseos de un ser humano nunca albergaron construcción alguna en la antigüedad, ya que la franja que discurría frente al elemento defensivo se consideraba el glacis, un terreno exento por las necesidades defensivas de la ciudad. Así lo explica el autor del Plan Director de las Murallas, Francisco Javier Rodríguez Méndez. No fue hasta 1890, cuando las murallas perdieron su afección defensiva y el Ministerio de la Guerra autorizó la venta de la gran franja de terreno que discurría frente a la muralla. Hasta esa época relativamente reciente, pues, no pudo haber ninguna iglesia o convento en ese lugar.

Las hipótesis están, por tanto abiertas, a la espera de la luz que puedan arrojar los análisis científicos sobre la datación de los restos humanos. Puede ser que fueran desplazados al hacer la carretera desde las iglesias de La Vega o los Remedios, aunque están bastante lejos; que hubiera algún tipo de enterramiento sin documentar o tratarse de restos más recientes, a partir del siglo XIX.