Todo un año de trabajo y aprendizaje han dado sus frutos en la exposición colectiva del taller de pintura Santa Olaya que estará abierta al público en la Encarnación hasta el día 31 de agosto. Su directora, Carmen Pelaz, tras veinte años dirigiendo el taller, ya prepara el tema para que trabajen sus pupilos durante el próximo curso, que comenzará en octubre.

-¿De dónde nació la idea de realizar la exposición colectiva sobre los paisajes de la zona?

-Todos los años, al comenzar el curso, planteamos una temática de cara a la exposición colectiva que sirve de cierre de año. Esta vez nos basamos en textos de Claudio Rodríguez, y extrajimos textos que aludiesen al paisaje castellano, a la meseta, a los ríos, a las encinas o a los campos de cereal. Así propuse hacer una serie sobre paisajes no solo de la zona de Zamora, sino del resto de Castilla, en todos los rincones de los que habla la poesía de Claudio, algo que siempre había querido hacer.

-¿Qué novedades tiene esta muestra con respecto a otras ediciones?

-La principal peculiaridad es que hemos utilizado colores inventados en los cielos y los fondos, a elección de los artistas. También hemos trabajado con espátula en lugar de con pincel y hemos optado por un formato cuadrado para romper el alargado que suele utilizarse en este tipo de temas. Aunque el tema lo propongo yo, vamos puliendo la idea durante todo el año.

-Es difícil innovar en uno de los temas más recurrentes de la Historia del Arte.

-Sí, pero todos los pintores tenemos que poner nuestro granito de arena, aunque sea en el paisaje. Siempre hay que intentar aportar algo en cualquier tema. Pretendemos que sea algo digno y queremos que sea algo distinto. Aunque el paisaje es algo que se ha hecho mucho, queremos que haya alguna novedad y en este caso hemos optado por los colores pistacho, azulones, amarillos... para romper la tradición.

-¿Cuál es el perfil del alumno del taller?

-Hay gente de todas las edades. Hay un grupo de niños, los más pequeños, que tienen catorce o quince años, pero la más mayor tiene ochenta años y el mismo entusiasmo y talento que los jóvenes. Incluso una de las alumnas del taller, que se fue a vivir a Ibiza hace ocho años, sigue mandando sus cuadros para participar en la muestra.

-Tampoco es la primera vez que abordan un tema zamorano.

-Ya hemos trabajado sobre otros aspectos de aquí como la Plaza Mayor, el Duero, los miradores... Detrás de cada cuadro hay un proceso largo de búsqueda, de bocetos, de reflexión... Aunque luego la ejecución no lleve mucho tiempo. Lo más costoso es la idea y el tener claro lo que se va a hacer. Este año además, al incluir la espátula, fue necesario un periodo de aprendizaje técnico porque había muchas que nunca lo habían utilizado.

-¿Qué aporta este tipo de enseñanza pictórica?

-Es una manera de que descubran lo que pueden hacer, e incluso algunas alumnas han acabado de profesoras en otros talleres. Otras que pintaban de jóvenes y por diversos motivos lo dejaron, ahora han terminado por apuntarse a la Escuela de Artes y Oficios o a Bellas Artes. Aunque la finalidad sea lúdica, también pretendo que sea algo educativo para nos empapemos de la pintura de grandes maestros. Más allá de hacer un cuadro para un amigo o un familiar, también hay que ir descubriendo aspectos del mundo del arte para crear inquietudes. Mucha gente no ha podido desarrollar ese aspecto artístico en su momento y ahora que pueden, lo aprovechan. En algunos casos, si hubiesen seguido pintando o formándose hace años, estaríamos hablando de grandes pintoras.

-¿La creatividad se entrena o es algo innato?

-Sin duda, se gana con la práctica. Aunque haya gente más hábil, hay otra que no dibuja tan bien pero tiene gran gusto pictórico o de color. La pintura no es solamente dibujo y son muchas cosas con las que puedes trabajar. También es cuestión de tiempo y de irte educando en el arte, viendo exposiciones, descubriendo artistas, trabajando con los compañeros... Siempre hay que seguir aprendiendo, el camino no se acaba al terminar la carrera de Bellas Artes. Mucha gente al empezar piensa que lo bueno es el de talle, pero yo he intentado abrirles el campo visual para que cojan nuevas ideas que se alejen del estándar clásico. Ahora ven que hay campos que también le gustan, más allá del realismo.

-Después de veinte años ¿qué supone continuar organizando esta exposición?

-Es una satisfacción. Aunque al principio tenía miedo de cansarme, no he perdido la ilusión y cada año me surgen nuevas ideas e intento transmitirlas. Las alumnas tampoco se han cansado y, aunque solo sea por eso, hay que procurar hacer cosas distintas, desde trampantojos a técnicas utilizadas por otros pintores. Por ejemplo, miramos obras de Barceló y vemos cómo trabaja la pasta de papel e intentamos hacerlo nosotras, aunque sea entre comillas y desde la humildad.