Crema de verduras, guisos de pollo o conejo y el toque dulce de algún postre. El curso de ayudante de cocina de Cáritas ofrece las herramientas necesarias para una formación completa a aquellas personas, la mayoría paradas de larga duración, para abrir una nueva puerta a la oportunidad de empleo.

Así lo reconoce uno de ellos, Sebastián Gómez, de 48 años, quien vio en este curso "una posibilidad de futuro" y una forma de completar su currículo, que se nutre principalmente con su amplia experiencia como vigilante de seguridad, escolta y trabajador de la construcción. "Llevo cinco años sin trabajar y no hay que perder ninguna ocasión de aprender", considera.

Su compañero de curso, Rubén González, con 46 años, reconoce que llegó a este curso "de casualidad", pero se siente encantado con la experiencia. "Buscaba algo que se alejara de la construcción y ayuda a la dependencia, que han sido los dos campos profesionales en los que me he movido y donde ahora no encuentro trabajo", explica. El cambio parece que le ha sentado más que bien. "Ya he tenido algunas ofertas, es un sector bastante fructífero", alaba. Una auténtica bocanada de aire fresco, teniendo en cuenta que "quitando algún que otro trabajo esporádico", hace ya cuatro años que no tiene un contrato de al menos seis meses de duración.

El mayor del grupo, Agustín García, de 58 años, llegó al curso gracias al empujón que le dio un amigo. "Yo era autónomo y tuve que cerrar mi propio negocio por la crisis", recuerda este alumno, que lleva trabajando desde que tenía 15 años. Su experiencia en la cocina se reduce a las temporadas en las que ha estado en la costa catalana, como ayudante en algún restaurante. "Este tipo de cursos también te sirven para, además de aprender, estar entretenido y no quedarte en casa con el agobio de no tener trabajo", agradece.

Al contrario que sus alumnos, la profesora de este curso, Rebeca Tejedor, sí que es primeriza en este tipo de cursos y la experiencia es de diez. "Salen tan bien preparados que podrían trabajar perfectamente como ayudantes de cocina ahora mismo", valora quien les ha enseñado durante las últimas semanas a desenvolverse con soltura entre fogones.

El interés de los 16 alumnos, la mayoría hombres, es tal que en los últimos días han sido ellos mismos quienes han llevado determinadas recetas para aprender a hacerlas. "Los postres es lo que más les gusta, podemos hacer incluso dos al día", reconoce esta titulada en Dirección de Cocina. Fondos, caldos, salsas y guisos completan la formación de estas personas, lo que les permitirá confeccionar un menú diario para cualquier restaurante "sin problemas", subraya Tejedor con satisfacción, quien destaca, ante todo, el interés que han mostrado. "Ha sido muy fácil enseñarles, tenían muchas ganas de aprender", reconoce.

Primeros frutos

El curso se clausura este lunes, pero ya ha habido cuatro intermediaciones laborales y uno de ellos podría comenzar a trabajar en los próximos días en un negocio de la capital. "La hostelería en Zamora puede ser uno de los sectores que tenga más salidas en Zamora, por eso en breve comenzaremos un nuevo curso", adelanta Leticia Martín, trabajadora social de Cáritas. Un taller en el que podrán entrar personas que se quedaron fuera de esta última edición, ya que esta temática es una de las más demandadas por los usuarios de Cáritas.